lunes, 16 de junio de 2014

Casi como la Primera Vez de Belu Alba

Casi como la Primera Vez de Belu Alba
Corto Zampivanez
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Su minifalda corta, su camisa escostada, su cabello suelto y lacio... ¡Me volvía loco!
—Sebastián... ¡Sebastián! -dijo, Juan.
—¿Qué...? -pregunté.
—Maneja bien el avión que ya estamos llegando a destino. -respondió. ¡Cari! -llamó.
—¿Si? -preguntó, detrás de la puerta.
—Avisale a los pasajeros que ya estamos llegando a destino.
—Okey.

Carina agarró el micrófono y habló.
—Señores pasajeros, por favor abrochar sus cinturones. En 10 minutos ya estaremos llegando a Brasil. Dear passengers, please fasten your seatbelts. In 10 minutes we will be arriving in Brazil.
Al llegar a Brasil, todos bajaron menos Carina y yo, que nos habíamos quedado limpiando el avión.
—¿No estás cansado? -preguntó.
—Algo pero no mucho. -respondí.
—¡Ay! -gritó.
—¿Qué pasa? -pregunté.
—Me entró algo en el ojo. -respondió.
—A ver. Vení conmigo al baño. -dije y agarré su mano.

Fuimos al baño y la coloqué adelante mío.
—Mira para arriba... -lo hizo. Mira para abajo... -lo hizo. Mira para la derecha... -lo hizo. Mira para la izquierda... -lo hizo. Ahora mirame a mí...
Nos quedamos mirando por un buen rato...
—Eh... no tenes nada... -dije. Pero... tenes unos lindos ojos.
—Gracias. -sonrió.
—Al igual que tu sonrisa. -dije.
—¿Vamos? -dijo, sonrojada.

Intenté abrir la puerta pero la traba estaba rota.
—¿Qué pasó? -preguntó.
—No abre. Está rota. -respondí.
—Dejame a mí. -intentó. Tenes razón no abre. -dijo, hablando rápido.
—Ey, ¿qué pasa? ¿Estás bien? -pregunté.
—No. -dijo. Soy claustrofobica.
—Quedate tranquila que yo estoy con vos. No estás sola. -dije.
—No me siento bien. -dijo.
—Ey, mirame.

Me miró.
—No te va a pasar nada, ya nos van a sacar. ¿Necesitas algo? -pregunté.
—Sí. -dijo, mirándome a los ojos.
—¿Qué cosa?
—Un abrazo. -dijo, tierna. Tengo miedo.
—Tranquila. -la abracé. No te va a pasar nada.
—Gracias. -dijo.
—¿Por qué? -pregunté.
—Por estar conmigo. -respondió. Casi no nos conocemos y vos me tratas como si me conocieras de toda la vida.
—Te conozco más de lo que vos pensas. -dije, sin pensarlo.
—¿Qué? -preguntó.
—Eh... yo... no... -dije, tartamudeando.
—¿Vos sentís algo por mí? -preguntó.

Basta de ocultarselo.
—Sí. -contesté. Hace tiempo yo... empecé a sentir cosas por vos, yo pensé que era una simple calentura pero fue pasando el tiempo y... no sé que me pasó pero... me enamoré de vos. -dije. Perdón, perdoname. -dije apenado.
Me separé de ella e intenté abrir la puerta.
—Ey, no digas eso. -dijo, Carina. No tiene nada de malo enamorarse, además... no me tenés que pedir perdón.
—¿Por qué? -la miré a los ojos.

Sin más que decir, me besó.
¡Quedé impresionado! ¿Por qué hacía eso? ¿Acaso ella estaba enamorada de mí?

—¿Eso responde a tu pregunta? -preguntó, juntandome más a ella.
—Sí, pero no te entiendo. ¿Vos estabas enamorada de mí?
—Desde hace tiempo. -sonrió. No sabía que hacer, no te podía sacar de mi cabeza. -dijo.
—Sos hermosa. -la besé. Hermosa.
—¿Sabes que yo... -le di un beso. Siempre tuve una fantasía? -preguntó.
—¿En serio? -pregunté.
—Sí. -la besé. Siempre quise que me hagas el amor en el avión. -respondió. Una vez, soñé que nos quedábamos encerrados y que bueno... una cosa llevaba a la otra y me hacías el amor.
—¿Vos me estás pidiendo que te cumpla esa fantasía? -pregunté.
—Sí. Si no te gusta la idea vamos lento. -dijo. O si no...

No la dejé terminar la frase y la besé.
—Me encanta esa idea. -dije y la besé. No sabes hace cuanto tiempo quería tenerte así. -besé su cuello. Toda para mí.
—Y no sabes hace cuanto tiempo quería ser tuya. -contestó. Llevame a las nubes.
—Ay, repetilo de nuevo que se me prende el avión.
—Llevame, Sebastián... llevame a las nubes.

No esperé más y la besé. Sus labios eran tan suaves, era como viajar a las estrellas.
—Mmm, por fin. -dijo. Ay te amo.
—¿Qué? -pregunté, asombrado.
—¿No te parece que esperamos mucho para decirlo? -preguntó.
—Sos tan... tan...
—¿Tan...? -preguntó.
—Tan lista, tan hermosa, tan sexy... -la besé.

La tomé por la cintura y la subí a arriba del lavamanos.
Sus manos fueron a mi traje, desprendió cada botón y se deshizo de mi saco y lo tiró al piso. Posé mis manos en sus piernas y subí su pollera, le abrí el cierre y se la saqué lentamente.
Carina puso sus piernas en mi cintura y me desprendió el pantalón. Lentamente fue abriendo la camisa y fue acariciando mi pecho. Su mano fue hacia mi pantalón y metió la mano.

—Veo que el avión está encendido. -dijo, sonriendo.
—Si seguís así se va a prender más. -dije.
—¿Si? -preguntó. Entonces sigo.

Le empecé a besar el cuello y quité su camisa muy lentamente.
Ella quitó mi pantalón y de golpe se bajó del lavamanos. Fue dejando todo un camino de besos y se arrodilló, sacó mi boxer y dijo:

—Creo que el avión necesita una limpieza especial.
Metió a mi "amigo" dentro su boca y empezó a hacer movimientos de adentro afuera. Estuvo allí un buen rato, le gustaba jugar.
La tomé de golpe y la subí nuevamente al lavamanos. Le saqué el corpiño y fui dejando pequeñas mordidas por todo su cuerpo. Me arrodillé y en vez de quitar su tanga, la moví hacia un lado.

—Sebastián... -gimió.
Sonreí y empecé a lamer, puse una mano en su seno y lo empecé a apretar. Metí un dedo dentro suyo y seguí lamiendo, luego dos y luego tres.
—Se... Sebastián... Te necesito. -pidió. Por favor te lo pido.
Vi que me necesitaba y no esperé más. Rompí su tanga y entré en ella.
—¡Ay, Sebastián! -gimió. ¡Mmm, ah no pares!
Sus gritos eran tan fuertes que eran imposibles de callar. Entonces, cada grito yo lo callaba con un beso.
—¡Ah, seguí, seguí! -gritó.
Luego, ya que no teníamos tanto espacio, nos acostamos en el piso y Carina comenzó a cabalgar. Yo la ayudaba un poco tomándola por la cintura y tocándole todo el cuerpo.
Luego de llegar al orgasmo, nos quedamos un rato abrazados en el piso y después nos vestimos.

Años después...
Luego de esa hermosa locura estuvimos juntos. Seguimos trabajando con toda la familia en Aerolíneas Argentinas, sí, família.
Nos casamos y tuvimos dos pequeños hijos, Ian y Nina.
Ian de seis años y Nina de cuatro años.

—Gracias por elegir Aerolíneas Argentinas. -dijo, mi mujer.
—¡Papi, papi! -dijo, Nina.
—¿Qué pasa, princesa? -pregunté.
—Mami te llama. -contestó.
—Decile que ahí voy. -dije.
—Pa, me dijo mamá que ahora nos vamos con la abuela.
—Oka, portense bien. -dije y les di un beso a cada uno.

Los dos se fueron y fui a los asientos, que fue donde vi una carta.
"El primer beso que nos dimos... ¿Dónde fue?"
Fui al baño, abrí la puerta pero no había nadie. En un momento sentí que me empujaban y me di vuelta, era Carina. Sonreí.

—¿No queres revivir lo que hicimos acá? -preguntó.
—Me encantaría. -la besé.

Hicimos una y otra vez el amor. Cuando terminamos, nos quedamos abrazados.
—Esto fue como... -dije.
—Casi Como La Primera Vez... -respondió.
—Te amo.
—Te amo. -Sonrió.

Fin.

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