martes, 22 de julio de 2014

Como si fuese mi último día de Pilu Machuca

Como si Fuese Mi Ultimo Dia de Pilu Machuca
Corto de 1 Capitulo
Direccion Original:  https://www.facebook.com/notes/una-historia-una-novela/como-si-fuese-mi-%C3%BAltimo-d%C3%ADa/1501412616759420



Estamos casados hace tres años con Carina.
Yo soy profesor y ella dejó de estudiar, para dedicarse a la casa. ¡Somos muy felices! ¡Nos amamos!
Siempre dije que ella sería mía. Aunque pensé que solo era una ilusión. algo utópico; siempre la noté imposible, a decir verdad. Suelo ser tímido ¿saben?, cobarde, también. Nunca creí que podría reclamarle mi amor, pero pude y vaya sorpresa me llevé, al saber que ella también lo hacía, también me amaba ¡Uno de los mejores momentos de mi vida!. Al tiempo terminamos la secundaria, y años más tardes, me encontré de pie, junto a ella, enfrente del altar. ¡Otro momento feliz! ¡Estar con ella es felicidad!.
 
-Mi amor, hablaste hoy con Pedrito, el kiosquero?- preguntó desde la cocina.
-No, por qué?- pregunté desde el living.
-Tengo miedo, Sebas-dijo abrazandome por el cuello.
-Eu, tranquila amor- traté de tranquilizarla.
-Desaparecieron cuatro personas más, ¡Mirá si somos los próximos! No quiero que me alejen de vos, te amo, amor- dijo temblando.
-No tenemos por qué ser nosotros, tené fe, Cari. Vamos a estar juntos siempre, te lo juro- dije besandola- te amo- concluí, abrazándola.
 
Aunque fingía no estar asustado, lo estaba. La situación me superaba, como a todos, era muy preocupante. Cada día desaparecían más y más personas. Colegas, vecinos, conocidos; familias devastadas, se respiraba un clima lleno de tristeza, de dolor, de miedo, de temor. La sociedad se separaba en grupos. Por un lado, los que salían a luchar a las calles, los que protestaban, los que pedían explicaciones, los que reclamaban seguridad, los que no le temían a nada, los valientes. Por otro, los que fingían que nada sucedía, los que afirmaban que todo estaba bien, los que estaban de acuerdo con las medidas que tomaba el gobierno, los que aceptaban el terrorismo de Estado; los que eran fieles a los genocidas que estaban sueltos, los cómplices, los cobardes. Y los que restaban, vivían al día, no estaban de un lado ni del otro, no eran valientes, ni cobardes, los que sabían que tal vez ellos serían los próximos, los que desaparecerían.
1976, fue uno de los peores años de la historia argentina. Fue cuando se produjo el golpe de Estado. Cuando Isabel Perón, fue separada de su rol constitucional y detenida. Cuando la Junta de Comandantes, asumió el poder. Cuando comenzó el fin. 
 
Carina vivía preocupada. Yo temía más que por mí, por ella. La mayoría de desaparecidos, eran niños y mujeres. No me perdonaría nunca dejar que se la llevarán.
 
-Amor, quiero que me hagas tuya, por favor- suplicó acostandose a mi lado.
-Cari, no permitiré que te suceda nada- dije acariciando su mejilla.
-Por favor, como si fuese mi último día, hazme el amor- dijo con una lágrima, deslizandose por su mejilla.
-Te amo- dije para comenzar un sendero de besos por su cuerpo.
La acaricié, la saboreé, la besé, la amé. Siempre. Siempre. Siempre.
 
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-Y esa fue la última noche que la vi, al día siguiente, cuando regresé del trabajo, ya no estaba. Encontré toda la casa revuelta, y vacía- le dije con lágrimas en mis ojos.
-¿Y nunca volviste a escuchar de ella?-preguntó la señora.
-Lo último que me dijeron, unos meses después, fue que la vieron en un Centro de Detención embarazada, desde entonces, no me he rendido, tal vez, ella esté libre, tal vez, esté bien, mi corazón ruega que ella esté bien- dije.
-Podemos buscarla, Sebas- respondió.
-Han pasado diez años- dije devastado.
-Nunca es tarde, podremos encontrarla- dijo firme.
-¿Sabes lo que hacen con las mujeres esos hijos de puta? Ella no se merecía eso. Ella era la mejor mujer, me entiendes?- ella asintió- No, tú ni nadie, lo puede entender. Tú no la conociste, tú no la añoraste como yo, tu no la amas como yo, tu no la necesitas como yo, tú no la piensas diariamente- concluí.
-Anota todos sus datos aquí, vamos a buscarla- dijo tocando mi hombro.
 
Llegué a esta organización, por Pedrito, el kiosquero; gracias a ésto, él dio con el paradero de su hija, la encontraron hace un mes, atada, abusada, violada, maltratada. Él recuperó a su bebé. ¿Yo tendré suerte?.
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Otros quince años, han pasado. Aún sigo buscandola. Aún tengo esperanzas. Aún sigo de pie por ella. 
Miles de pistas, llegaron con los años. Nada concreto. Pero sí indicios. 
25 años sin ella...
 
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( Año 2005).
 
-Hola, disculpame, busco a Sebastián Estevanez- dijo un hombre en la puerta de casa.
-Sí, soy yo- dije.
-Me llamo Mauro- dijo sonriendo.
-Disculpame, ¿te conozco?- dije confundido.
-Soy tu hijo- afirmó.
-Lo siento, yo no tengo hijos. Te estás confundiendo- le respondí.
-Claro que eres mi padre, mamá solía hablarme de vos, cuando era chico- dijo.
-Eh? No comprendo, disculpame- dije.
-Soy hijo de Carina Zampini, la recuerdas?- dijo mirandome a los ojos.
-Te voy a pedir que te marches de mi casa, no es un buen chiste- contesté serio.
-No es un chiste, me permites entrar?- preguntó.
-Ok- dije no muy convencido.
 
*En la sala*.
 
-¿Cómo harás que te crea?- dije.
-Te contaré la historia- sonrió.
-Ok, te escucho-.
-Como supongo que sabes, mamá desapareció en 1976, durante la Dictadura Militar, fue secuestrada, como las demás personas, cuando le sucedió no sabía que estaba embarazada, pero lo supo luego de nauseas, de mareos, de desmayos. Solía contarme que los que mandaban donde ella estaba, hacían cosas horribles, más a los niños y a las mujeres, fue sometida a muchas cosas, la pasó mal. Pero un día, cuando uno de ellos, intentó abusarla, ella le rogó que no lo haga y se animó a confesar que esperaba un niño, que prefería que la maten, antes que ponerme en peligro. Para su suerte, este hombre la salvó ¿sabes?; a escondidas le dijo que él nunca lastimaría a una mujer embarazada, que lo perdonara por todo lo vivido allí, y que a modo de disculpas, él la ayudaría. Luego de un tiempo, nací yo, en un sótano, donde éste la guardaba. Le pasaba comida por las noches, agua por las mañanas, vivimos un año encerrados. Hasta que este hombre nos trasladó, fuimos a parar a la Mansión Seré, no sé si sabes donde queda- asintí- al año, nos escapamos, con la ayuda, de otros detenidos. Desde entonces, vivimos en Tigre- conluyó.
-Es mucho ésto- dije parándome.
-Lo sé-.
-¿Por qué nunca me buscó?- pregunté con miedo a su respuesta.
-Por miedo, simplemente, por miedo- afirmó.
-¿Puedo verla?- interrogué.
-Ella tiene su vida, ahora- explicó.
-¿Está en pareja?- pregunté sorprendido.
-No. Pero dejó el pasado atrás- dijo.
-Y yo soy su pasado...- concluí.
-Siempre quise conocerte- me dijo.
-Tengo un hijo- dije feliz.
-Papá...- concluyó.
 
Carina pasó por tantas. Prometí no fallarle, prometí no permitir que la alejaran de mí, prometí cuidarla, prometí amarla siempre.
Una sola promesa logré cumplir, aún la amo.
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*Actualmente*.
 
-Los resultados, confirman mis sospechas- comenzó el médico.
-¿Estoy muriendo?- pregunté.
-El transplante no está funcionando. El corazón no responde, lo siento- dijo apenado.
-Viví lo que tenía que vivir, conocí a mi hijo, tengo una nieta hermosa, amé como nunca creí que amaría a una sola mujer en mi vida; ya está, ya fue suficiente, ¿no cree, doctor?-.
-Siempre hay algo más por hacer. Nunca es suficiente, tal vez si intentamos con..- lo interrumpí.
-No. Hasta acá llegué-.
-Pero, Sebastián aún hay mucho por vivir- dijo.
-Tengo más de cincuenta años, no busque más tratamientos, ya no. Me rindo. Es todo- conluí.
-Es tu decisión, no puedo obligarte, y lo sabes- concluyó no convencido.
-Gracias por la paciencia, el tiempo y el trabajo- dije estrechando mi mano.
-Mucha suerte- dijo abrazándome.
 
Me retiré del consultorio. Me dirigí a casa. 
 
-Sebastián, hola- dijo una mujer.
-Hola- dije raro.
-Soy Carina, Carina Zampini- me dijo.
-Amor, mi amor- pronuncié, para luego besarla.
-Perdóname por desaparecer, por no querer verte, perdoname por dejarte solo. Perdón- dijo tocando mi oreja tiernamente.
-Perdóname por no saber cumplir mis promesas, perdóname por no encontrarte, perdóname a mí- dije llorando.
-Te amo y estoy segura que tú también sufriste- dijo.
-Juro que te busqué, te busqué por más de 25 años, lo hice, lo hice- dije.
-Lo sé, te amo, mucho- dijo besandome.
-Te amo, para siempre- concluí, besandola y saboreando sus labios, como si fuese mi último día.
 
Es lo último que recuerdo, luego de eso, cerré mis ojos y dejé que mi cuerpo volara. Vi la luz, vi a mamá al final. Llegué al cielo, un lugar lleno de paz y amor. Desde acá, cuido a mi familia. Y espero, como siempre lo hice, espero al amor de mi vida.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dedicado a Maribel Camacho y a Sofía García.