Capítulo 18
Carina siguió a Sebastián por la escalera. Este abrió la puerta de una habitación junto a la de ella.
C: ¿Por qué estás tan seguro de que hacemos una buena pareja? ¿Porque lo dijo el ordenador? (preguntó al tiempo que retiraba las ropas de cama hacia atrás).
S: No es por eso (respondió Sebastián mientras desvestía a Manuel y suavemente lo arropaba con las mantas).
C: Entonces es por lo del Beso, ¿no?
S: Sí (murmuró al tiempo que con mucha delicadeza se acercaba a ella). ¿No sentiste tú lo mismo?
Carina apagó la luz y ambos salieron sigilosamente al pasillo cerrando la puerta del cuarto tras de ellos.
C: Fue solo una respuesta física. Un beso no es suficiente razón para basar una relación estable.
S: Pero es un buen comienzo (contestó Sebastián al tiempo que acorralaba a Carina contra la puerta de la habitación). Podría decirse que es una tradición familiar.
C: ¿Besarse? (preguntó incrédula en el pasillo en penumbras).
S: Eso es. Verás, de acuerdo a la leyenda, los Estevanez siempre reconocen a su alma gemela cuando al fin se encuentran y se besan.
C: ¿Y cómo lo saben?
S: De la misma manera que lo supiste tú. A través de un beso.
C: No, no digas eso.
S: Es justo que te diga la verdad.
C: Parece que no entiendes que no quiero mantener una relación con nadie.
S: Eso ya lo has dicho claramente. Sin embargo la pregunta que resta es ¿por qué? He oído la opinión de Manuel sobre el asunto. Me falta oír la tuya. Pero no esta noche. Ambos estamos cansados. Cuando quieras hablar, yo estaré aquí para escucharte. Buenas noches (murmuró al tiempo que le acariciaba la mejilla y darle un beso sonoro en la otra mejilla).
Una vez en la habitación que Sebastián le había asignado, Carina miró a su alrededor con un hondo suspiro. Era más amplia que todo su apartamento, sin incluir el cuarto de baño adjunto.
Un momento más tarde se puso a buscar entre las cajas hasta que encontró el álbum de recortes en la más pequeña. Junto con sus rosales era su bien más apreciado. Lo dejó sobre la inmensa cama adornada con cuatro delgados pilares de madera torneada.
Después de desvestirse y ponerse una camisa de algodón, se dejó caer sobre la cama junto al álbum. ¡Craso error!
Instantáneamente un extremo de la cama se vino abajo y el colchón se inclinó violentamente hacia la pared enviándola de una voltereta contra la cabecera. Tras golpearse contra la dura madera de roble quedó enterrada bajo los almohadones y la ropa de cama. Con un grito apagado intentó zafarse del lío de ropa que la envolvía.
Justo en ese momento se abrió la puerta y se produjo un instante de absoluto silencio seguido de una risilla apagada.
C: Seas quien seas, no te atrevas a reírte (ordenó furiosa Carina).
S: Lo siento (Carina escuchó la voz de Sebastián que se aproximaba). ¿Necesitas ayuda? (preguntó con exagerada seriedad).
Carina con toda su alma le hubiera gustado rechazar su ayuda. Pero, considerando su ridícula posición, no se atrevió a hacerle frente.
C: Sí, no me vendría mal (dijo con un suspiro de derrota). Si no te importa.
S: Con todo gusto (dijo Sebastián al tiempo que la alzaba con cuidado sin dejar caer la sábana que la cubría). ¿Se me permitiría preguntar qué ha sucedido?
Ella hizo una mueca al tiempo que se envolvía más aún en la sábana de colores.
C: Es tu cama. Así que tú deberías decírmelo.
S: Espera un minuto.
C: Muy bien.
Sebastián retiró el colchón y las ropas, evitando pisar los recortes del álbum desparramados por doquier.
S: Parece que los largueros de la cama se han despegado de la cabecera. Tienes suerte de que todo el armatoste no se haya caído en tu cabeza.
C: Y cómo se desprendieron?
Sebastián recogió los tornillos que había encontrado juntos debajo de la cama.
S: Con una llave inglesa.
C: Pero.. ¿Por qué?
S: Te informaré cuando lo descubra. Mientras tanto iré a buscar unas herramientas para ajustar los pernos.
En ese momento se abrió la puerta y apareció Manuel descalzo con Miss Mopsey pegada a sus talones.
M: Un ruido muy fuerte me despertó (dijo frotándose los ojos).
C: Lo siento cariño. Mi cama se derrumbó.
M: Oh... ¿qué haces aquí? (preguntó al percatarse de la presencia de Sebastián).
S: Vine a auxiliar a tu madre.
M: Oh, así que viniste a rescatarla, ¿verdad? Mamá, ¿No es un gesto caballeroso de Sebastián? Nunca antes habías tenido a alguien que te rescatara del peligro, ¿no es así?
S: No sé por qué tengo la impresión de que vamos a mantener otra conversación, jovencito (Sebastián le dijo a Manuel con los brazos cruzados sobre el pecho). Supongo que no tienes idea de cómo la cama se vino abajo.
Manuel tragó saliva.
M: Creo que volveré a la mía. Tengo mucho sueño. Vamos, Miss Mopsey.
S: Muy buena idea. Buenas noches (dijo Sebastián).
En cuanto el niño y el animal desaparecieron por el pasillo, Carina se volvió a Sebastián.
C: No creerás en serio que Manuel desmontó la cama, ¿verdad?
S: Seguro que fue obra suya.
C: Pero, ¿por qué?
S: Ya lo has oído. Quiere convertirme en una especie de caballero armado. Y se supone que debo acudir a rescatarte.
Carina guardó silencio. ¿Será posible? Una semana atrás, ella habría jurado que la idea de Manuel de comprarle una cita era totalmente absurda. Pero lo había hecho. Quizás con la travesura que acababa de hacer intentaba conseguir algo más... ¿un padre? Oh, no.
S: Y ahora ¿has cambiado de idea?
C: Es posible... que tengas razón (concedió ella).
S: Me parece que es más que probable. Dame un minuto para ir a buscar una llave inglesa y un alicate y montaremos otra vez tu cama.
Capítulo 19
Carina apenas tuvo tiempo para vestirse y alcanzar a recoger algunos de los papeles desparramados por el suelo, cuando Sebastián ya estaba de vuelta. El hombre se arrodilló junto a ella dispuesto a ayudarla. Ojalá no lo hubiera hecho. Su proximidad la perturbaba... y olía tan bien.
S: ¿Y qué es todo esto?
C: Son solo papeles que he guardado durante años (dijo en tono casual). Ya sabes, una especie de auto ayuda, algo para sentirse mejor. Digamos que es un diario de gratitud.
Sebastián frunció el ceño cuando leyó uno de ellos.
S: “Hoy floreció el rosal que hace un tiempo le regalé a la señora Walters. Es bonito poder regalar flores de tus propias plantas.” ¿Y eso te hizo sentir mejor?
Carina lo odiaba cuando utilizaba metódicamente la lógica cuando razonaba con ella. Sebastián nunca podría comprender cuán difícil era encontrar momentos positivos en la vida diaria. Ese día en particular, las rosas fueron el único momento hermoso en veinticuatro horas de insoportable oscuridad.
Sebastián leyó otra nota.
S: “Hoy hemos comido carne”. Oh, cariño...
C: No me compadezcas. Es bueno ser pobre, ¿sabes? Ayuda a valorar las pequeñas cosas (comentó con una sonrisa).
S: Y qué me dices de este otro? “Freddie me despidió, pero le agradezco que me haya permitido trabajar para él durante tantos meses.” ¿Le estás agradecida? Olvidas que te acaba de despedir definitivamente.
C: Fue muy tolerante conmigo, Sebastián. Especialmente si consideras la cantidad de platos que le rompí.
S: Vaya, vaya. Y ahora supongo que te sentirás muy agradecida de que Manuel haya desarmado tu cama.
C: Puede ser (murmuró con un suspiro). Siento mucho lo ocurrido, Sebastián. Mañana hablaré con él.
S: No te preocupes (dijo al tiempo que le entregaba el último trozo de papel). ¿Por qué no me dejas hacerlo a mí?
C: No te molestes. Es mi hijo y sé cómo manejarlo.
S: De eso estoy seguro, aunque sospecho que esta es una de las ocasiones en que se necesita un toque masculino. ¿Me permites hablar con él?
Carina vaciló. Desde su posición en el suelo Sebastián alzó la vista hacia ella. ¡Santo Dios! Era grande, masculino y muy excitante, con una llave inglesa en una mano, una colección de tornillos en la otra y una sonrisa que prometía una deliciosa noche de pecado.
Carina pensó que nunca había vivido una escena de dormitorio tan sugerente como aquella.
C: Puedes hablar con él si quieres (consintió de mala gana).
S: Lo dices con muy poca convicción. ¿Por qué?
¿Porque estaba pisando un terreno que no le correspondía? ¿Por eso se sentía reacia a permitirle hablar con su hijo? ¿O era porque a medida que pasaban los días se adentraba cada vez más en su vida? Pronto se marcharía de Buenos Aires.
En cuanto lograra la última meta que se había propuesto, ella y Manuel cargarían el carro de todas sus pertenencias y se marcharían dando tumbos en dirección hacia Córdoba. Una vez allí se reconciliaría con la tía Esther y el tío Ben y echarían raíces en la fértil tierra de Córdoba.
En su programa vital no había espacio para un enorme y sexy hombre, de insinuantes e intensos ojos color marrón.
S: No me has respondido.
Sebastián se puso de pie, se aproximó y se detuvo a escasos centímetros de los pies desnudos de Carina.
C: Estoy pensando.
Sebastián se inclinó y ella contempló los mechones negros de sus cabellos. Sintió una imperiosa necesidad de meter los dedos en ellos.
S: ¿Qué dedo acabo de pisotear con mi pregunta?
C: ¿Cómo dices?
Sebastián rozó la uña del dedo gordo y ella tembló al sentir su contacto.
S: Este que dice “Es mi problema y yo lo resolveré”.
C: No, ese no.
S: O este dedo el que dice “No deseo sentirme comprometida”. O quizá este otro que dice “Antes muerta que rendirme”.
C: No, tampoco.
S: O tal vez es este dedo muy pequeño que dice “El se está involucrando demasiado en mi vida y pronto nos marcharemos a Córdoba”
C: Bingo. Sí, ese era el dedo que me estabas pisoteando.
S: Vaya, así que ese es el pequeño culpable. Bueno, tiene fácil solución (dijo al tiempo que sacaba el alicate del bolsillo y lo soltaba en el aire). Quédate quieta.
C: No, no (entre chillidos y risas giró en torno a Sebastián y de un salto fue a la cama).
S: No, no espera (exclamó Sebastián un segundo demasiado tarde). Solo había atornillado un...
Ella estaba en pleno salto cuando le llegó la advertencia y por segunda vez se vio disparada contra el cabecero, mezclada con la ropa de cama. Sebastián corrió a su lado.
S: Sujétate a mi brazo. En un segundo te sacaré de allí.
En ese momento se abrió la puerta de par en par.
M: Otra vez la has rescatado, Sebastián. Juraría que nunca te han salvado dos veces en un mismo día, ¿no es así, mamá? (Expresó Manuel con deleite mientras Miss Mopsey ladraba de alegría, pegada a sus talones).
S & C: ¡Manuel! (Sebastián y Carina gritaron al unísono).
La única respuesta fue el ruido de una apagada carrera por el pasillo.
S: Sé que lo quieres mucho, pero esta vez lo mataré (amenazó Sebastián al tiempo que la sacaba del desastre).
C: No hay problema. Yo te ayudaré (replicó ella soltando una sonrisa).
En ese instante se miraron y ambos se echaron a reír al mismo tiempo.
S: Ese chico es un desafío, pero afortunadamente para ti yo amo los desafíos. En un segundo tu cama quedará lista y podrás dormir segura.
C: Ya empezaba a acostumbrarme al suelo.
S: También puedes dormir en mi habitación (dijo Sebastián metido debajo de la cama).
C: Claro, justo la complicación que necesitamos (replicó ella intentando hablar con jovialidad).
S: Tienes razón es una complicación. Pero te propongo otra peor. ¿Qué te parece casarte conmigo?
C: ¡Matrimonio! ¿Pero quién ha hablado de eso?
S: Yo (dijo Sebastián al tiempo que se ponía en pie). Y seguiré haciéndolo hasta que me digas que sí. Por tanto, ¿quieres casarte conmigo, Carina?
C: Eso es imposible (susurró).
S: ¿Es esa tu respuesta?
C: Sí.
Sebastián hizo una mueca burlona.
S: Bien, ¿me has dado el sí?
C: Quiero decir que no. No puedo casarme contigo.
S: De acuerdo (dijo él). La respuesta de hoy es no. Veremos cuál será mañana.
Capítulo 20
Experimento “Un Marido para Mamá”
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos
El asunto no va a ser tan fácil como esperaba. Pensé que a mamá le gustaría que Sebastián fuese a rescatarla. Pero en lugar de eso, ambos se enfadaron mucho al enterarse que yo había desmontado la cama. Pero aún no me daré por vencido.
Todavía tengo otra idea para conseguir que mamá se case con Sebastián. Voy a asegurarme de que él le proporcione todas las cosas que a ella más le gustan. Todas las cosas que un papá tendría que regalarle a una mamá. Las cosas que a ella la harían llorar de felicidad y no de tristeza.
Experimentos 4 al 7: Mamá y Sebastián.
Objetivo:
Provocar situaciones en las que Mamá y Sebastián estén solos con el fin de que se conozcan mejor y hagan funcionar el 99,4% de afinidad en lugar de afligirse por el 0,6% que los separa. ¡Es mamá la que alborota por esa insignificante diferencia!
Procedimiento:
Hacer que Sebastián le proporcione a mamá todo lo bueno que Pablo nunca le dio.
S: Toma una pala y empieza a cavar un agujero allí, cerca de la escalera del balcón de la casa. Y yo cavaré por este lado (le ordenó Sebastián).
M: Sí, señor (respondió Manuel dócilmente).
Sebastián lo dejó trabajar un momento antes de hablar.
S: ¿Qué sucedió anoche?
M: Bueno, yo... desmonté la cama de mamá.
S: Me puedes explicar ¿con qué fin?
M: Para que pudieras rescatarla. Nadie antes que tú lo había hecho nunca (explicó al tiempo que se secaba el sudor de la frente). Así ella podría sentirse como la princesa de un cuento de hadas. Tú sabes que a las chicas les gustan esas cosas. Y yo creo que ella nunca antes se ha sentido princesa.
S: Yo agradezco mucho tu ayuda, Manuel. ¿Pero no pensaste que tu madre pudo haberse hecho daño?
M: Nunca fue mi intención hacerle daño.
S: Creo que deberías decírselo a ella, no a mi (le aconsejó Sebastián mientras echaba tierra de abono y fertilizante en el agujero).
M: Por qué plantamos los rosales?
S: Porque si no lo hacemos se van a morir. Y no quiero ver la expresión de tu madre si eso sucede.
M: Y tú esperas que florezcan, ¿verdad?
S: Sí, espero que al ver cuán bien se cultivan los rosales aquí en Buenos Aires, también ella decida plantar sus raíces aquí. Pero tardarán un tiempo en florecer. No se las puede apresurar. ¿Entiendes lo que intento decirte?
M: Sí. ¿Quieres que deje de ayudarlos? ¿No es eso?
S: Eres listo, muchacho. Siempre he apreciado ese rasgo de tu personalidad. Y no me importa que me ayudes, siempre y cuando yo te lo pida. ¿De acuerdo?
M: Estás seguro de que no puedo ayudar un poquito?
S: Ahora que lo mencionas, claro que sí. ¿Por qué no riegas estas plantas?
Unos días más tarde Sebastián sorprendió a Carina contando el dinero que había sacado del billetero. Eran unos pocos billetes, seguramente todo su capital.
Mientras se alejaba de allí en dirección al porche, de pronto un pensamiento le hizo maldecir entre dientes. Con toda la agitación de los últimos días, había olvidado acompañarla a cobrar el cheque que le debía Freddie, el propietario del café.
Aunque, para su propia tranquilidad, le había reparado el coche e incluso llenado el depósito de gasolina. Además había mantenido una interesante discusión con la dueña del apartamento, la señora Walters.
C: ¿Sebastián? (llamó Carina mientras se acercaba al porche).
S: ¿Qué quieres, amor?
Carina parecía preocupada, pero no por eso dejó de ruborizarse al oír la cariñosa palabra.
C: Necesito ir a la ciudad por el día.
S: ¿Quieres que te lleve?
C: No, iré en mi coche (dijo evitando mirarlo). Tengo... algunas cosas que hacer allí.
S: Cosas.
¿Pero qué clase de cosas serían aquellas?, no pudo evitar preguntarse. Seguramente cosas que haría para añadir más barreras entre ellos. Carina enfrentó su mirada con decisión.
C: Tengo que encontrar trabajo y un lugar donde vivir.
S: Estuviste de acuerdo en ser mi invitada hasta el día de nuestra cita de la Fiesta de San Antonio (le recordó en el tono más suave que le fue posible).
C: Tienes razón, así fue. Pero debo acudir a una entrevista. Verás, es un proyecto que he estado elaborando desde hace mucho tiempo. Y si no lo hago hoy, ya no podré realizarlo.
S: Suena a algo importante.
C: De hecho lo es. Probablemente llegaré tarde y me preguntaba si tu podrías cuidar de Manuel (dijo vacilante).
S: Sabes que sí. ¿De veras que no quieres que te lleve a la ciudad?
C: Gracias, pero esto es algo que tengo que hacer sola (replicó con gesto decidido).
S: Vendrás a cenar?
C: Creo que sí. Pero si tardo llamaré por teléfono.
Sin decir nada más se dirigió al coche. Al poco tiempo el vehículo desaparecía por el camino de entrada envuelto en una nube de polvo.
Carina volvió tarde al rancho, cansada y hambrienta. Su entrevista había durado casi ocho horas. Había llamado para avisar que volvería tarde y Sebastián prometió guardarle cena. Se detuvo en el vestíbulo, absorbiendo la quietud y silencio, aliviada por la solidez del entorno. Incluso era capaz de percibir la bienvenida de los susurros del pasado cobijados en cada rincón, en cada grieta de la estancia. Había llegado a casa.
C: ¿Sebastián?
S: Estoy aquí.
La voz venía del despacho. Al abrir la puerta entornada, se quedó mirando el interior completamente sorprendida.
Capítulo 21
Dondequiera que se posaba su mirada habían cestos y floreros con rosas amarillas. En medio de la habitación, él había puesto una mesa para dos. Los cubiertos de plata, los cristales, las porcelanas de la vajilla brillaban a la luz de la habitación. Las finas copas desbordaban de un riquísimo vino tinto Cabernet Sauvignon. Junto a la mesa había un carrito con fuentes cubiertas de las que se desprendía un delicioso aroma.
C: Pero, ¿qué es todo esto? (Carina murmuró cuando pudo recobrar el habla).
S: Es para ti. Edith y yo pensamos que llegarías exhausta.
Los ojos de Carina se llenaron de lágrimas. Tuvo que admitir ante sí misma que nunca nadie la había hecho sentirse tan especial. Sebastián se aproximó.
S: ¿Estás llorando?
C: Como va ser, nunca lo hago (dijo al tiempo que se secaba los ojos).
S: ¿Tienes hambre?
C: Estoy hambrienta.
S: Entonces cenaremos de inmediato. Siéntate.
C: ¿Me has esperado?
S: No quise que cenaras sola.
C: Gracias (murmuró conmovida mientras se acercaba a la mesa). Ten cuidado porque podría acostumbrarme a todo esto.
S: Cuento con ello.
C: ¿Me esperas un segundo quiero lavarme un poco?
S: Tómate tu tiempo. Cuando vuelvas podrás disfrutar del aperitivo y de la ensalada que habré preparado.
C: ¿Aperitivo? Estoy impresionada (dijo en tono jovial con las lágrimas rodando por las mejillas).
Carina fue al baño situado al final del vestíbulo. Frente al espejo se reprendió durante cinco minutos. ¿De qué demonios tenía tanto miedo? ¿Por qué no podría aceptar la gentileza de Sebastián? No quedaba obligada ni tampoco tendría que devolverle su generosidad. Ni siquiera tenía que casarse con él, por mucho que lo deseara. ¿Desearlo? Sus ojos se abrieron de par en par, incrédulos. No, no era posible. No podía haberse enamorado de Sebastián. ¿Es que todavía no había aprendido la dura lección? ¿Es que no sabía que los hombres amaban a las mujeres hasta que se presentaba el primer problema o las responsabilidades comenzaban a pesar? ¿O hasta que aparecía alguien mejor?
“Pero Sebastián no es Pablo” insistieron las voces internas a Carina. Claro que Sebastián era diferente a su ex marido. Pero ella tenía que preocuparse de Manuel. No podía arriesgarse a hacerlo sufrir si fracasaba su relación con Sebastián. Porque si volviera a fracasar, entonces no habría perdido solo un marido.
Las lágrimas volvieron a reaparecer en sus ojos y le nublaban la vista. Pero tampoco debía olvidar que casi había llegado a la meta propuesta hacía cinco años. Se había probado a sí misma que podía ser una buena madre, que podía criar y mantener a Manuel con su propio esfuerzo. Y había dado el último paso hacia su objetivo más importante, conseguir...
S: Cariño, ¿te has quedado dormida?
C: No (dijo destapando sonoramente su nariz).
S: ¿Todo va bien?
C: No muy bien. Las voces me están hablando otra vez.
S: ¿Las mismas que hiciste callar cuando nos conocimos?
C: Las mismas.
S: ¿Y qué te dicen ahora? (preguntó con deseo de saber lo que pensaba Carina).
C: Me dicen que tú no eres Pablo.
S: ¡Vaya, me empiezan a gustar esas voces!
C: ¿De veras? Son las mismas que una vez me aconsejaron que durmiera con mi ex marido antes de casarnos.
S: Ya entiendo el problema.
C: Y ahora no sé qué hacer (dijo enjugándose las lágrimas que no cesaban de correr por sus mejillas).
S: ¿Qué te parece si abres la puerta y vamos a cenar?
C: Tú no lo entiendes (dijo al tiempo que se asomaba).
El la miró sonriente.
S: Entonces, Carina, ¿Cuál es el problema?
C: ¿Cómo puedo confiar en ellas después de sus malos consejos?
Sebastián le acarició las mejillas.
S: Amor, tal vez esas voces se han vuelto más sabias desde entonces.
El tono, la voz y la forma con la que Sebastián le habló hicieron que Carina comenzara a cambiar. Ella no lo había pensado y eso la alegró tremendamente. Entonces las tripas se hicieron sentir que hasta Sebastián se rio al oírlas.
C: Creo que será mejor ir a cenar, ya mi estomago me reclama comida.
S: Fantástico. Vamos a cenar. Encenderé las velas y así no veré las arrugas que según Manuel tienes en torno a los ojos.
Carina se echó a reír.
C: Así que te comentó lo de las arrugas, eh?
S: Él fue quien sugirió lo de las velas.
C: Me encanta. Uno de estos días ese chico va a ir demasiado lejos.
S: Me temo que ese día está a la vuelta de la esquina.
Entraron al despacho.
S: Toma asiento. Hay ensalada y trocitos de tortilla hecha en casa para tomarlos con la salsa que Lorenzo preparó personalmente. Y de primer plato tenemos...
Las luces se apagaron justo cuando corría la silla para que Carina se sentara. Ella dio un traspié hacia adelante, se enredó en la pata de la silla y cayó pesadamente encima de Sebastián que no tuvo tiempo de anticipar el golpe. Antes de desplomarse como un árbol derribado, el hombre se aferró al mantel, llevándose en la caída a Carina y todas las cosas de la mesa. Los platos, las copas, los cubiertos, las flores y la comida cayeron sobre ellos cuando al fin aterrizaron en el suelo, Sebastián de espaldas y Carina sobre él.
S: ¿Te has hecho daño? (preguntó Sebastián con ansiedad al tiempo que la tocaba para asegurarse de que seguía intacta).
Ella levantó la cabeza y miró alrededor. Un gesto inútil porque la habitación seguía a oscuras.
C: No creo... ¿Qué sucedió?
S: Se fue la luz.
C: ¿Y tú estás bien? (preguntó alarmada). ¿Qué pasa?
S: Nada, solo que la salsa y los trozos de tortilla me corren por el cuello.
C: ¿De veras? Yo puedo ayudarte.
S: ¿Qué estás haciendo? ¡Maldición! Estás comiendo de mi cuello, Carina.
C: Tengo hambre. ¿Quieres un trocito?
S: Sí, quiero.
Sebastián tiró lejos el trocito, pero metió las manos en el pelo de Carina y se unió a su boca con sorprendente certeza. La salsa se mezclaba con un sabor tan delicioso, que Carina se habría pasado la vida besando esa boca. Luego, Carina rodeó la cara de Sebastián con las manos y recorrió cada una sus facciones. La amplia frente, los pómulos y sus suaves y apetecible labios.
C: ¿Te hago daño? (Carina le pregunta al darse cuenta que todo su peso estaba sobre Sebastián). Nos cayó encima hasta el más mínimo detalle que había sobre la mesa. Mis manos están tan estropeadas.
S: Es porque en la caída me llevé el mantel y con el arrastré todo sobre nosotros, amor mío (Sebastián le murmuró al tiempo que volvía a colocarle las manos sobre sus propias mejillas para que continuara con sus caricias). ¿No te has dado cuenta de que nos adaptamos el uno al otro en muchas cosas? Somos tal para cual.
C: ¿Cómo cuáles?
S: Déjame enseñártelo.
Apartó las piernas y ella quedó encerrada en ese espacio. Sus cuerpos quedaron tan estrechamente unidos que podía sentir todos los músculos del hombre bajo su cuerpo y la armonía que había entre sus miembros.
S: Cari, ¿Sientes cómo nuestros cuerpos se ajustan y se acoplan perfectamente?
C: No puedes estar cómodo con el peso del mío sobre ti (protestó ella).
S: ¿No me entiendes? Eres perfecta. Nuestros cuerpos se adaptan maravillosamente. Nunca me había sucedido con otra mujer (Le susurró estrechándola más aún mientras la enamoraba con las manos, la boca y la dulzura de su grave voz). En lo que respecta a mí, si necesitas un lugar donde refugiarte, mis brazos te esperan. Siempre estarán abiertos para ti, amor mío. Cuando seamos viejos y ya no tenga demasiadas fuerzas, mis brazos todavía podrán abrazarte.
Las lágrimas de Carina se mezclaron con la salsa del cuello de Sebastián.
S: Y ahora prepárate para mi proposición de matrimonio de hoy. Aquí va...
En ese instante se abrió violentamente la puerta, y un haz de luz del exterior penetró en la habitación dejando al descubierto el desolador espectáculo.
Carina intentó zafarse del abrazo de Sebastián, pero él no la soltó al contrario la atrajo más hacia él.
M: ¿Qué estás haciendo ahí, mamá?
C: Se fue la luz, entonces no pude ver dónde pisaba y tropecé.
M: Pero... ¿y las velas? Se suponía que iban a encenderlas.
La cabeza de Sebastián apareció bajo Carina.
M: Jovencito, si descubro que has tenido algo que ver con esto, vas a pagarlo bien caro.
La puerta del despacho se cerró de golpe y unos pies descalzos corrieron por el pasillo. Dos minutos más tarde volvía la luz.
Sebastián ayudó a Carina a ponerse en pie y juntos contemplaron cómo la lechuga, la salsa, las rosas y el vino cubrían la gran alfombra de suave color crema.
S: ¡Maldición! Carina mira esos platos rotos. Pudimos habernos cortado. Tendré que hablar con Manuel mañana por la mañana. Mientras tanto veo que todavía hay un par de fuentes intactas en el carro. ¿Qué te parece si nos damos una ducha y volvemos en diez minutos para dar buena cuenta de ellas?
Carina miraba horrorizada.
C: No sabes cómo siento todo este desastre, Sebastián. Quiero ayudarte a reparar los daños que hemos causado.
S: Si en algo estimas tu vida no sigas hablando. Tú no tienes nada que pagar. Y ahora corre a ducharte (tronó Sebastián, furioso).
En un segundo, Carina desapareció de la habitación.
Capítulo 22
Después de que ambos subieran a cambiarse cenaron sin mayores convenientes. Habían decidido ir a la ciudad, al día siguiente, a realizar algunas compras.
C: ¿Qué quieres decir con que nos hemos quedado sin gasolina? (preguntó Carina mientras estacionaba su coche a un lado de la carretera). Sebastián te puedo asegurar que llene el tanque de gasolina el día que fui a la ciudad.
S: Y si mal no recuerdo eso fue hace tres días.
C: Y todo esto sucede por culpa tuya, tú insististe en venir a la ciudad en mi coche.
S: Si la memoria no me falla había una buena razón. Quería que el mecánico te lo revisara mientras hacíamos las compras en el supermercado. Si todavía quieres ir a Córdoba en este trasto, me sentiría mejor sabiendo que por lo menos podrás llegar.
C: Muchas gracias. Pero ahora estamos parados en medio de la nada como una pareja de adolescentes en su primera cita (espetó furiosa).
S: ¿Qué tienes en contra de la civilización?
C: Me gusta contar con un amplio espacio entre mis vecinos y yo.
Sebastián salió del coche, sacó las bolsas de la compra de la parte trasera y echó a andar.
S: ¿Vienes? (preguntó al ver que Carina se quedaba atrás).
C: ¿Queda muy lejos el rancho?
S: Bastante lejos, aunque creo que llegaremos a la hora de cenar (comentó con una sonrisa burlona al notar la expresión de ella). Pero espero que alguien pase por aquí y nos lleve al rancho. Y cuando lleguemos tendré que matar a tu hijo nuevamente.
C: ¿Manuel? ¿Qué tiene que ver con esto? (Carina se volvió para mirar el coche). ¡Oh, no puede ser!
S: Apostaría a que sí. Tú misma dijiste algo de que los adolescentes suelen quedarse sin gasolina en su primera cita. ¿Y sabes por qué maquina todas estas tretas?
C: Ya lo sé. Pero no puede seguir haciéndolo. Tenía que haberle bastado con ese pésimo truco del dormitorio.
S: Aunque te confieso que a mí me gustó más el apagón en el despacho. Ese truco casi funcionó. ¿No crees tú? (preguntó con una sonrisa burlona).
Carina se ruborizó hasta la raíz de los cabellos, para deleite de Sebastián.
C: Hablar con él no ha servido para nada (observó ella).
S: Y para qué demonios quería dejarnos solos en medio de la nada, como dices tú.
C: Quizás para que conversemos, o solucionemos nuestras diferencias, o simplemente para que nos besemos. ¿Quién podría saberlo? Si ya no podía con su forma de pensar a los cuatro años, menos la entiendo ahora que tiene trece (comentó Carina con un hondo suspiro).
S: ¿Y Pablo? ¿Cómo llevaba a Manuel?
C: De la misma manera que afrontaba todas las cosas. Huyendo.
S: ¿Le intimidaba la inteligencia de su propio hijo?
C: Creo que sí. ¿Y a ti?
S: Para nada. Lo único que me molesta es que presiento que no va a parar con estas insensateces. Hablar con él no ha servido para nada.
C: No creo que eso surta efecto. Deberíamos ignorarlo. De todos modos la solución se nos escapa. Creo que ha llegado la hora de hacer un serio esfuerzo para encontrar trabajo y un lugar donde vivir.
S: Pensé que habías dicho que te quedarías hasta después de la Fiesta.
C: ¿Y seguir alimentando las esperanzas de Manuel? No creo que le haga bien gastar sus energías en su intento por vernos a uno en brazos del otro. Solo terminará frustrado y furioso (comentó Carina desalentada).
Sebastián le acarició el pelo.
S: Entonces, según tu deseo, lo vamos a ignorar. Carina, insistes en que no quieres implicarte en una relación sentimental, pero de hecho ya lo estamos.
C: No, yo...
S: La verdadera pregunta es por qué te asusta tanto admitirlo (La interrumpió Sebastián). ¿Qué daño te haría a ti o a Manuel confesar que sientes algo por mí?
C: Porque sería muy doloroso para todos cuando la relación se acabe. Y le causaría a Manuel un daño irreparable.
S: ¿Acabar? ¿Y por qué estás tan segura? (preguntó Sebastián consternado al tiempo que dejaba las bolsas en el suelo). ¿Quién dice que tiene que terminar?
Con profundo desaliento, Carina se detuvo en medio del camino solitario, rodeada de un paisaje infinito.
C: Lo digo yo. Ya lo verás. Siempre sucede así.
Capítulo 23
De pie en el porche, Sebastián contemplaba su propiedad con intensa satisfacción. Las pasadas dos semanas y media habían sido las más interesantes, frustrantes y placenteras que jamás había experimentado en toda su vida. Se había acostumbrado a la presencia de Carina junto a él y, como nunca lo hubiera imaginado, disfrutaba de la compañía de Manuel, de su naturaleza inquisitiva, de su alegría espontánea, del tiempo que compartían juntos agradablemente. El espíritu de Sebastián rebosaba de gozo.
Carina llegó con una taza de café.
C: Hace frío. Pensé que te apetecería (Carina le interrumpe sus pensamientos al tiempo que le tendía una taza de café).
S: Gracias, pero no te dejes engañar por el tiempo. Por la tarde lucirá un sol esplendoroso. Ah, y no te olvides de nuestra cita de la Fiesta. Partiremos a Buenos Aires después de almuerzo y nos quedaremos en el Hotel International un par de noches.
C: Lo había olvidado (admitió Carina). ¿Pero, es realmente necesario? ¿Por qué no nos quedamos aquí en lugar de ir a un hotel?
S: Por la sencilla razón de que aquí todo el mundo nos vigila. Allí disfrutaremos de intimidad y yo no tendré que estar todo el día preocupado de la próxima treta que tu hijo nos va a jugar. Ríndete, Carina. Manuel compró el Programa Especial de la Fiesta y está consiguiendo lo que quería. Por otra parte la reserva ya está hecha y Esperanza aceptó cuidarlo mientras estemos fuera. Llegará a la hora de comer.
Ella frunció el entrecejo, como para advertirle que aún no se había agotado el tema.
C: No lo sé, Sebastián. Creo que deberíamos hablar sobre… (se detuvo bruscamente al tiempo que con una mano se protegía los ojos del sol incipiente de la mañana y fijaba la vista en un punto). Hablando de Manuel, ¿qué está haciendo?
Sebastián fijó la vista en el muchachito. Sin lugar a dudas no hacía nada bueno. Estaba muy ocupado pasando algo de una mano a otra mientras paseaba por el patio. Tan absorto se encontraba con aquello, que no había advertido aún la presencia de su madre y Sebastián. Se detuvo bajo una zona iluminada por el sol y Sebastián tuvo una fugaz visión de algo amarillo y rojo que oscilaba entre las manos del niño.
En un segundo saltó sobre la baranda del porche y se precipitó hacia Manuel, mientras intentaba calmarse para no asustarlo.
Capítulo 24
Experimento “Un Marido para Mamá”
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos
Todo ha sucedido como estaba programado. Bueno, tal vez un poco más lento de lo esperado. Pero albergo grandes esperanzas. Unos cuantos experimentos más y entonces Mamá y Sebastián estarán casados y felices por el resto de sus días.
Nota Adjunta: El experimento 7 no ha terminado aún. Pero se nos acaba el tiempo.
Experimento 8: Se escribe esto antes de lo previsto.
Objetivo: Mamá necesita contarle todo a Sebastián.
No creo que él sepa que guarda un secreto. Ni siquiera a mí me lo ha contado. No es que tenga que hacerlo. Aunque hace tiempo que yo lo sospechaba. Pero creo que ella tiene miedo de contárselo a Sebastián. Miedo a que él deje de quererla.
Procedimiento:
Sin que me descubra, meter en su maleta la carta que le llegó hoy.
S: Oye, Manuel. Es una serpiente muy bonita (Le dice Sebastián a Manuel con toda calma).
Manuel alzó la vista sobresaltado, con una expresión culpable.
M: La encontré (dijo al tiempo que intentaba esconder el reptil detrás de la espalda).
S: No hagas eso (exclamó Sebastián en un tono más potente de lo que hubiera querido). Manuel, escúchame, por favor. Quiero que dejes a la serpiente en el suelo en el acto. Hazlo suavemente y muy despacio.
M: Si solo es una de las que se conocen como «nariziarga» (dijo cambiándola de una mano a la otra). La encontré tomando el sol. ¿Sabías tú que este tipo de serpientes...?
S: Primero déjala en el suelo y luego me lo cuentas todo, ¿de acuerdo, Manuel? (lo interrumpió Sebastián al borde de la desesperación).
En ese momento Carina se unió a ellos, pero al ver al animal dio un salto hacia atrás.
C: ¿Por qué la recogiste, Manuel? Sabes que odio a esos animales (Le dice Carina muy nerviosa).
M: Este tipo de reptil es muy interesante, mamá. Quería estudiarlo primero antes de soltarlo.
Sebastián echó una mirada a la valla y vio a unos cuantos hombres pendientes de lo que sucedía. Si no era capaz de convencer al muchachito, las cosas se pondrían muy feas.
S: Manuel, escúchame atentamente (ordenó Sebastián con voz muy suave en parte para no sobresaltar al chico y en parte para que Carina no oyera). Si no sueltas esa serpiente en el acto, voy a contarle a tu mamá muchas cosas acerca de coches y calibradores y de patronas que echan a sus inquilinos.
Fue como un milagro. De inmediato Manuel soltó la serpiente. Al instante, el vaquero que estaba más próximo le disparó varios tiros con una escopeta a la serpiente. Apresuradamente Sebastián se llevó a Carina y a Manuel lejos de la cruel escena de la masacre. Se detuvieron cerca del porche.
M: ¡Sebastián, has visto lo que hizo! ¿Por qué no se lo impediste? (preguntó Manuel indignado a Sebas).
S: Porque no era un nariziarga, chico. Era una coral.
Manuel se detuvo, completamente pálido como una hoja de papel.
M: ¿Una coral? Yo pensé que esas eran serpientes nocturnas.
C: ¿Son venenosas, verdad? (preguntó Carina muy inquieta).
Manuel asintió vigorosamente.
M: Vaya, si me hubiera mordido...
S: Bueno, ya pasó todo (lo interrumpió Sebastián). Carina, por favor ¿Me puedes traer otro café? Creo que desparramé el mío (le pidió a Carina en tono casual para quedarse a solas con Manuel).
C: Claro que sí (dijo ella todavía preocupada).
Cuando se hubo alejado, Sebastián se volvió a Manuel.
S: ¿Esta era otra de tus trampas, jovencito?
M: Lo siento, Sebastián. Yo no quería asustarlos.
S: Pero lo hiciste. Si algo te hubiera pasado, tu madre habría enloquecido.
M: Tienes razón (murmuró Manuel vacilante). Mi madre se habría afligido mucho, pero a Pablo no le habría importado nada.
S: ¿A qué viene ese comentario?
M: No me quería mucho. Por eso se separó de mamá. Fue por culpa mía (dijo apenado por la situación que enfrentó con su padre cuando apenas tenía 5 años).
S: ¿Por qué piensas que eres responsable de la separación de tus padres? (preguntó Sebastián en tono confidencial).
Manuel pateó una piedrecilla del suelo, ante la duda si confiarle lo que sabía a Sebastián.
M: Le oí. Fue el día que mamá llegó con los resultados del trimestre escolar. Obtuve muy buenas calificaciones. El informe concluía que mi inteligencia era superior a la de un niño de cinco años. Entonces yo tenía esa edad y muy buena memoria. Lo recuerdo todo. Recuerdo muy bien lo que Pablo comentó. ¿Te acuerdas que una vez te dije que soy muy inteligente?
S: Si, lo recuerdo.
M: ¿Y eso no te molesta? ¿Ni siquiera un poquito? (preguntó con extrema ansiedad).
S: Ya te lo dije, Manuel. Y hablaba en serio. Ese es uno de tus aspectos que más me gusta.
M: ¿De veras? (le preguntó para asegurarse de la respuesta de Sebastián).
S: Manuel, puedes estar seguro que no te mentiría nunca y menos en una cosa como esa (le afirmó Sebastián, mirándolo directamente a las ojos).
Pero Manuel se mantuvo en un obsecado silencio.
S: Mira, Manuel. No se puede mantener guardado tanto tiempo sentimientos que lo corroe o dañen a uno. Los has guardado dentro de tu pecho ocho largos años. ¿Por qué no lo sacamos al aire y lo ventilamos entre los dos? ¿Qué pasó el día que tu madre llegó a casa con las notas del colegio?(le pregunta Sebastian a Manuel, invitándole a que continúe con su relato).
M: Bueno, tampoco fue para tanto (Le comentó Manuel con fingida jovialidad). Mamá preparó una fiesta. Sacó dinero de alguna parte y compró globos y preparó una tarta y decoró la sala de estar, cosas así. Quizás sabía que los demás me iban a tratar de otro modo cuando supieran que era superdotado. Y esa era su manera de hacerme sentir bien conmigo mismo (dijo. Mientras hacía una pausa mirando hacia el horizonte en lo que se armaba de valor). Cuando mi pa.... Pablo llegó a casa, yo estaba en mi habitación vistiéndome para la fiesta. Mamá le comentó detalladamente el informe y lo inteligente que yo era y él dijo... él dijo...
S: Me imagino que no le gustó (le ayudó Sebastián con dulzura).
Sebastián apretó las mandíbulas con tanta fuerza que milagrosamente no se rompió los dientes indignado de la reacción de su propio padre.
M: Dijo que yo era anormal, un ejemplar raro, y que nunca le había gustado.
S: Oh, Manuel...
M: Entonces fue cuando mamá le dijo que se marchara y no volviera jamás. Que haría bien en largarse con esa estúpida de Margarita Mayers, y agregó que con el poco cerebro que ambos tenían bien podían andar juntos por la vida.
Mientras se inclinaba hasta quedar a la altura de Manuel, Sebastián sintió un fiero deseo de haber estado allí y felicitar a Carina por su coraje.
S: Fue una suerte que hubieras heredado la inteligencia por parte de tu madre. De lo contrario habrías sido tonto como una piedra. Mira, Manuel (prosiguió eligiendo las palabras con sumo cuidado), el mundo está poblado por gente de toda clase. A algunas personas no les gusta aquello que sienten como diverso, entonces se asustan y huyen. No debes permitir que la opinión de esas personas influya en la opinión que tienes de ti mismo. No dejes que una observación mezquina haga mella en tu ser. No vale la pena. Somos el resultado de lo que hacemos con nosotros mismos, y no de lo que otros piensan sobre nosotros.
M: Entonces, ¿Para ti está bien que yo sea listo? ¿Eso no hará que me abandones?
S: De ninguna manera. Tu madre nunca tendrá que echarme por tu causa. ¿Y sabes por qué?
M: No exactamente.
Sebastián puso sus grandes manos en los escuálidos hombros del muchachito.
S: Porque te quiero tanto como querría a mi propio hijo. Y estoy muy orgulloso de ti, chico. Orgulloso y honrado de tenerte como amigo. Turbado, con la barbilla temblorosa, Manuel asintió con la cabeza.
M: De acuerdo. Eso está bien (murmuró al tiempo que alzaba los ojos tímidamente hacia Sebastián). ¿No me vas a abrazar o algo así?
Sebastián sonrió.
S: Claro que sí.
M: Bien, de acuerdo. Pero un abrazo rápido, y luego me das unos golpes en la espalda por si acaso alguien mira. Porque así se verá como cosas de hombres y no como cosa de un niño pequeño que necesita que lo abracen, ¿comprendes?
Sebastián lo alzó del suelo y lo abrazó estrechamente, ocultando su emoción. También le dio unas suaves palmaditas en la espalda.
Con los ojos llenos de lágrimas Carina se alejó del porche rogando para que ellos no advirtieran su presencia allí.
Carina había escuchado toda la conversación entre el hombre y el niño. Así que aquel día Manuel había oído las horribles e imperdonables palabras de Pablo. Durante ocho años las había guardado celosamente en su interior, y la herida producida había terminado por infectarse. Hasta que Sebastián la había curado.
Ella le había dado todo a su hijo, menos el amor y la aceptación de un padre.
Durante todo ese tiempo había evitado cualquier clase de compromiso afectivo, a pesar de que era el afecto lo que ella y su hijo más necesitaban.
Se había resistido porque temía que la hiriesen. Porque temía volver a confiar. Temía a las mentiras y a las medias verdades que suelen acompañar la muerte del amor. También sentía temor al abandono. Era muy duro volver a empezar. A recomponer los trozos de una vida rota.
“Sebastián no es Pablo”, pensó de pronto. Carina se cubrió la cara con las manos. No, no lo era. Era un hombre que desde el primer momento les había ofrecido amor y aceptación. La había acompañado a ella y a su hijo, intentando hacerlos felices. Y continuaba en ello, porque para él el amor no era la aventura de una noche.
Y la gran pregunta le llegó a sus pensamientos pero sobre todo le llegó al corazón. ¿Qué iba a hacer a partir de ese momento?
Capítulo 25
Para empezar, secarse las lágrimas. Luego mirar hacia el futuro en vez de mirar constantemente al pasado. Luego subiría las escaleras y haría la maleta para ir con Sebastián a la Fiesta de San Antonio. Y si él volvía a proponerle matrimonio, diría que sí.
Entonces le permitiría guiar sus pasos al amor y no al miedo que la había dirigido durante los pasados 8 años. Y luego abriría la boca para contarle a Sebastián lo que había dentro de su corazón. Y le diría que lo amaba con todo su ser. El tiempo de huir de ahora en adelante quedaba atrás.
A partir de entonces se aferraría a la felicidad y no la dejaría escapar. Victoria estaba en su cuarto preparando una pequeña maleta que llevaría para las Fiestas de San Antonio.
Sebastián había entrado a la casa buscando a Victoria, al no encontrarla sube a su cuarto.
S: ¿Carina ya estás listas?
C: Entra, estoy preparando la maleta.
Sebastián entra y se sorprende ante la reacción amorosa de Carina. Carina va hacia Sebastian y lo besa. El responde de inmediato una vez sale de la sorpresa ante la iniciativa de su enamorada. Sebastian estaba seguro de sus sentimientos y de los de Carina, aunque sabía que para ella demostrarlo era mucho más difícil.
C: Sebastián, perdón, nunca antes… (Sebastián la interrumpió).
S: No me pidas perdón, me encantó, Lo sé, amor mío y no te voy a apresurar. Te prometo que todo lo que suceda entre tú y yo no se parecerá en nada a tu experiencia con Pablo.
C: ¿Me lo prometes? (Le preguntó con los ojos cerrados abrazándolo fuertemente).
S: Es una promesa. Ya sabes, honestidad y confianza entre nosotros. Pero vamos a tener que espera un poco, porque se nos hace tarde para las Fiestas de San Antonio (Dice Sebastian interrumpiendo su beso).
C: Sé que he tratado, más bien evitado que tu cures mis heridas del corazón. Pero déjame confesarte que fuiste el responsable de derribar todas las barreras que cubrían mi corazón. Ahora estoy completamente segura de mis sentimientos. Sebastián te amo y definitivamente estoy segura que tú no eres Pablo. Eres y serás el amor de mi vida y el mejor ejemplo que Manuel pueda tener (termina diciendo Carina dándole un beso en la mejilla y posando su cabeza en el hombro de Sebastián, manteniendo el abrazo con él).
S: Carina me haces el hombre más feliz del universo, y si te soy sincero mi vida es mucho mejor desde que tú y Manuel entraron en ella.
C: Bueno, ya estoy lista cuando nos vamos a las Fiestas.
Ambos ya habían llegado a la zona de la costa del rio donde se celebrarían las Fiestas de San Antonio…
C: Sebastián estoy desesperada por ver el desfile, sabes, es mi primera vez.
S: Carina, ¿Nunca has estado en la Fiesta de San Antonio? ¿Me quieres decir que nunca has visto el Desfile del Río? (preguntó Sebastián sorprendido mientras se abría paso entre la multitud que se paseaba por las vereda del río).
C: Nunca he tenido la ocasión y tampoco el dinero. Estas fechas siempre me encuentro trabajando. Es una buena oportunidad para conseguir un dinero extra en propinas más bien generosas.
Cerca de La Villa, una banda autóctona del área comenzó a tocar unos alegres villancicos y canciones y Sebastián con el brazo sobre los hombros de Carina disfrutó de la misma manera que lo hacían los vecinos y turistas que presenciaban la actuación de la banda y de los diferentes artistas callejeros que actuaban a través de la vereda.
S: Cari, ¿Tienes hambre? (Le preguntó Sebastián alzando la voz para hacerse oír sobre el alboroto de la gente).
C: Me muero de hambre.
S: Lo solucionaremos de inmediato.
Sebastián hizo un gesto a un hombre que llevaba una gran cesta.
C: Quiero una de esas tortillas gordas (pidió Carina después de mirar el contenido del cesto).
S: Por eso se llaman gorditas (rió Sebastián).
C: Sebas, ¿Cuándo pasarán las barcas por el río? (preguntó Carina, ansiosa como una niña. Lo que más deseaba era ver a las reinas de belleza ataviadas con sus magníficos atuendos). ¿Crees que podremos ver algo con toda esta gente ya acomodada a través de la orilla del río?
S: Sí. Reservé asientos. Así que dentro de muy poco lo veremos todo cómodamente.
C: ¿Y luego?
S: Podemos participar en el baile hasta la madrugada. Podemos bailar, pasear, tomar unas Esperanzas, o...
C: O podemos volver a nuestro hotel.
En medio de la multitud de pronto se vieron solos. Para ellos se apagaron las risas, las voces de la gente, la música. Carina llenó sus ojos con la visión del hombre que amaba. Ahí estaba, junto a ella, alto y sólido; una roca en medio de un río turbulento. Se aproximó más a él, enlazó los brazos en el cuello del hombre y luego lo besó con profunda convicción. La gente aplaudió alrededor de ellos.
S: ¿No querrás ir al hotel ahora, verdad? (Sebastián le susurró al oído al tiempo que le arreglaba la diadema de flores que le había regalado). Porque quiero que esta noche sea muy especial para ti.
C: Será especial. Pero para los dos.
S: Entonces esperaremos.
C: De acuerdo, pero bésame para que la espera no sea tan larga.
Al comienzo del mismo, Sebastián la besó tiernamente pero luego esa ternura se fue convirtiendo en un huracán de pasión.
S: Ven, mi amor. Vamos a sentarnos allá (invitó Sebastián al separarse de Carina).
Cuando se acomodaron entre la gente, vieron a madres y padres con sus hijos pequeños en las rodillas. Carina pensó que algún día iría a la Fiesta con un pequeño...
S: El próximo año traeremos a Manuel (dijo Sebastián interrumpiendo sus pensamientos).
C: ¿Por qué no? Creo que le encantaría.
Niña: Mira (gritó de repente una niñita), ahí vienen las barcas.
Durante la siguiente hora Carina vitoreó y aplaudió junto a la multitud. Lo que más le entusiasmó fue el paso de las reinas de belleza. Cuando la última barca pasó frente a ellos el lugar comenzó a despejarse. Sebastián se volvió a Carina.
S: ¿Te gustó?
C: Fue fantástico. Gracias por esta noche, Sebastián. Estoy feliz de que me hayas traído (dijo una sonrisa de oreja a oreja).
S: La noche aún no ha terminado, más bien está empezando ahora (dándole un tierno beso).
En ese momento se oyó una dulce música de violín y Sebastián le tomó la mano.
S: ¿Quieres bailar antes de marcharnos?
C: ¿Aquí? ¿Ahora?
S: ¿Y por qué no?
Sebastián tomó a Carina y la acomodó entre sus brazos y comenzaron a bailar lentamente. En un segundo otras parejas los imitaron. Con un murmullo de placer Carina se entregó a la música con los ojos cerrados, apoyada contra él, con la cabeza entre su cuello y la mejilla. Y por una vez sus pies cooperaron. Seguía los movimientos del hombre con una perfecta coordinación guiada por la suave presión de sus muslos y cadera.
Por fin acabó la música y muy a regañadientes Carina se separó de Sebastián.
C: Es hora de regresar al hotel, ¿verdad?
Sebastián la besó apasionadamente.
S: ¿Quieres ir?
C: Sí.
Eso era todo lo que Sebastián deseaba oír. Ambos caminaron agarradito de las manos en dirección hacia el hotel.
Capítulo 26
De camino al Hotel Internacional…
S: Cariño, estabas tan entusiasmada como una pequeña. Tengo la impresión que no disfrutaste mucho en tu niñez.
C: No fue así; mi niñez fue muy normal.
S: ¿Te criaron tus tíos?
C: Mis padres fallecieron cuando tenía cuatro años y ellos me llevaron a su casa. Son buenas personas y querían lo mejor para mí.
S: ¿Crees tú que tus tíos se acostumbrarían a vivir en Buenos Aires?
Habían llegado al hotel International. Bajo la farola de la calle tuvo un fugaz visión de las grandes montañas, convertido en hotel; una vista que siempre la emocionaba.
C: ¿Buenos Aires? ¿Qué sugieres, Sebastián?
Él se encogió de hombros al tiempo que abría la puerta.
S: Tengo esa cabaña y no la utilizo para nada. Ahora que ya no apesta a zorrilla, podríamos decorarla y quedaría transformada en un confortable apartamento.
Ellos podrían disfrutar de su independencia y tomar las comidas en la casa grande.
C: ¿No crees que ya tienes suficientes invitados en el rancho? (preguntó con cautela).
El no respondió hasta llegaron al vestíbulo victoriano, la parte más antigua del hotel.
S: ¿Quieres la verdad?
C: Sí, por favor.
Él se detuvo junto a un gran reloj antiguo y la giró hacia él.
S: Carina, si traer a tus tíos a Buenos Aires pudiera ser una razón para que te quedaras, ahora mismo iría a buscarlos a Córdoba.
C: No creo que sea necesario, aunque es un tanto prematuro (respondió Carina amablemente al tiempo que subían la escalera hacia sus habitaciones).
S: No lo será por mucho tiempo (dijo Sebastián al tiempo que abría la puerta y la dejaba entrar). Porque llegó la hora.
C: ¿La hora de qué? (preguntó ella ocultando una sonrisa).
S: La hora de volver a pedirte que te cases conmigo.
C: Mi amor, nunca pensé que mi corazón latiera a 100 kilómetros por milla.
S: Entonces, Lo harás, aceptas mi proposición de matrimonio?
C: Nunca pensé que volverías a pronunciar esas palabras, pero mentiría si te dijera... (apenas pudo terminar la frase cuando los labios de Sebastián ya estaban sobre los suyos).
Un largo instante después Sebastián la miró con una dulce sonrisa. Él no dejo que respondiera, solo continuó el beso. Al principio el beso fue algo tímido, tierno, pero después una vez que Carina se soltó más empezaron a jugar con sus lenguas, el beso pasó de ser tierno a apasionado, admitiendo que ambos estaban completamente enamorados.
Después de varios minutos se separaron, se miraron a los ojos y sonrieron, sinceramente estaban felices.
S: Cari, que lindo beso (Dijo Sebastián dándole piquitos).
C: Hermoso beso (Dijo Carina volviéndolo a besar con más intensidad)
Sebastián no lo podía creer. Le tomo de la cara y la besó con toda la pasión del mundo, como si no hubiera un mañana.
S: Cari, ahora si te voy a llevar hasta el fin del mundo
Sebastián la empezó a besar con toda su alma, quería demostrarle con ese beso todo el amor que le tenía, y que estaba feliz de estar con ella, después de ese beso bajó hasta el cuello, donde se detuvo un rato.
Empezaron a caminar de la sala de la suite hacia la cama mientras se besaban, cuando estaban a punto de llegar Sebastián dejo de besarla y le tapo los ojos.
S: Espero que te guste esto mi amor- Dijo destapándole los ojos.
Carina abrió sus ojos y más se emocionó, no podía creerlo, era demasiado para ella. Estaba toda la habitación llena de flores, menos un camino que los conducía a la cama. Se empezaron a besar, caminando hasta caer a la cama, Sebastián arriba de ella.
Suavemente Sebastián le empezó a quitar la camisa a Carina, mientras que ella le desabotonaba poco a poco cada botón de la camisa de él. Inmediatamente después él, le saco la falda y ella su pantalón. Estaban solo en ropa interior besándose como nunca, se amaban y querían demostrárselo el uno al otro.
Sebastián le saco el corpiño a ella, y bajo hasta sus pechos y los empezó a besar, Carina no podía más el placer que este hombre ocasionaba en ella. Entonces Sebastián le susurró al oído, te amo con toda mi alma y ahora sí que te voy a llevar al fin del mundo y la besó.
En cuestión de segundos, Sebastián se deshizo de las últimas barreras y finalmente y con mucho cuidado entró en Carina. Primero fueron movimientos suaves, a los cuales Carina respondía con gemidos, haciéndole saber a Sebastián el disfrute y placer que le estaba ocasionando.
Después de un tiempo empezaron los movimientos más fuertes y apasionados. Ambos intercambiaron frases de amor, mimos tiernos y apasionados. Sebastián siempre estuvo a pendiente de Carina, quería que ella disfrutara en todo momento y que estuviera completamente segura de sus sentimientos y el amor que él sentía por ella.
Así estuvieron toda la noche hasta que quedaron rendidos, ella sobre su pecho y el abrazándola.
A la mañana siguiente Carina se levantó temprano, mientras Sebastián dormía, ella se detuvo un tiempo a mirarlo. No podía creer nada de lo que estaba pasando entre ellos, pero era una bella realidad y estaba muy feliz. Sabía que Sebastián siempre la cuido en todo momento, y ella lo amaba, de eso no tenía ninguna duda.
Carina se colocó la camisa de Sebastián y salió al balcón de la suite, observó un instante el lindo paisaje que tenía frente a sus ojos.
Era naturaleza pura, le encantaba ese lugar. La hacía acordar donde se había criado.
Ese pensamiento hizo que Carina se acordara que tenía que ser honesta a Sebastián y sabía que había llegado el momento de contarle la verdad.
Capítulo 27
Sebastián se levantó y no vio a Carina, se puso su pantalón, salió afuera del cuarto y allí la vio, con su pelo rubio al viento. Se acercó por detrás a Carina, abrazándola y dándole un beso por el cuello subiendo para atrapar con sus labios el lóbulo para finalmente voltearla y besarla con amor.
S: Buenos Días, mi amor, ¿Cómo dormiste?
C: Buenos Días, amor, increíblemente bien y mejor aún, amaneciendo entre tus brazos. Amor tengo algo que decirte.
S: Cari, que puede ser más importante para cortar este lindo momento.
C: Sebastián, prometimos ser honestos el uno con el otro, ¿no fue así, amor mío?
Pero Carina sabía que no había sido totalmente honesta. No estaba segura si las cosas cambiarían entre ellos cuando él supiera la verdad.
Lentamente Carina se separó de Sebastián.
C: Espera aquí. Hay algo que necesito mostrarte.
Fue a su habitación y sacó de su maleta la carta que Manuel había puesto allí. “Esto es para ti, mamá. Buena suerte”, había dicho esa mañana. Tal vez Manuel adivinaba su secreto. Pero aunque supiera la verdad, aún contaba con el amor de su hijo. Y el hecho de que hubiera metido la carta en la maleta sugería que pensaba que también Sebastián la aceptaría. Bueno, dentro de un minuto se iba a enfrentar a la verdad. Cuando volvió a la habitación de Sebastián, este se paseaba de un extremo al otro.
S: ¿Qué pasa, cariño? (Le preguntó Sebastián preocupado y ansioso ante la incertidumbre de lo que Carina le quería confesar).
C: Se trata de la promesa que nos hicimos de ser honestos el uno con el otro. La verdad es que yo no lo he sido (dijo frente a él, con el sobre en la mano). Hay un par de cosas que debemos cambiar en el formulario que completamos para la Agencia de tu abuela.
Muy tenso, Sebastián intentó sonreír.
S: Júrame que no hay que modificar la sección que pregunta sobre sexo, y podré resistir todo lo demás.
C: No, el problema no es ese (respondió en tono de broma).
S: Supongo que se relaciona con el sobre que tienes en la mano. Cuéntame, amor. ¿Qué pasa? ¿Qué quieres confesarme? (murmuró con mucha ansiedad).
C: Bueno, te conté que cuando me marché de casa con Pablo yo estaba embarazada. Pero hay una cosa que no te he mencionado (dijo al tiempo que se humedecía los labios).
S: ¿Y qué es?
C: Bueno, la verdad es que no había terminado el bachillerato superior.
Sebastián frunció el ceño.
S: Pero si ahora tienes treinta y tres años. ¿Cómo es posible que no...? Bueno, dejémoslo.
Ella se echó a reír.
C: No es que haya repetido cursos, Sebastián. La verdad es que... no tengo esa edad, tengo treinta años.
Sebastián se desplomó en una silla.
S: ¡Demonios! ¿Entonces tenías dieciséis o diecisiete años cuando te quedaste embarazada de Manuel?
C: Bueno, casi. Me faltaban dos años para acabar la educación secundaria. Pablo ya estaba en el último curso. Estuvimos saliendo un par de veces y me pidió que lo acompañara al baile de fin de curso. Demás está decir que la celebración fue memorable y que no estuvimos toda la noche bailando. Y que tampoco tomamos ninguna precaución (concluyó ruborizada hasta la raíz de los cabellos).
S: Y más tarde descubriste que estabas embarazada.
C: Lo descubrí durante ese verano. Pablo ya se había graduado y me invitó a marcharme con él. Tan pronto como mis tíos supieron que me iría de casa con o sin su permiso, nos permitieron casarnos.
S: Y luego ¿Pablo se marchó un mes antes del parto? (preguntó Sebastián incrédulo). ¿Cómo es posible que abandonara a una criatura de dieciséis años?
Ella se encogió de hombros.
C: Le habían ofrecido un trabajo mejor en otra parte. Al menos eso fue lo que dijo. Prometió enviar dinero.
S: ¿Y lo hizo?
C: Sí, lo suficiente para sobrevivir. No era un irresponsable absoluto. Pero yo no estaba en condiciones de ponerme a trabajar. Incluso aunque no hubiera estado embarazada habría sido muy difícil encontrar trabajo a tiempo completo con esa edad, como más tarde supe. Así que cuando Manuel nació conseguí un empleo, pero tuve que mentir sobre mi edad. Y una vez que pude ahorrar un poco de dinero fui a buscar a Pablo.
S: ¿Y así fue como viviste los siguientes cinco años? ¿A la caza de Pablo?
C: Es deprimente, lo sé, aunque lo supe más tarde (comentó Carina intentando sonreír).
S: ¿Y qué fue lo que puso punto final a la caza? No, no me digas, no te preocupes. Creo que ya lo sé.
“Llegó la hora de la segunda confesión”, pensó Carina.
C: Escuché la conversación que sostuviste con Manuel. Él te lo contó todo.
S: Carina no te voy a reprochar nada, no soy nadie, pero debiste haberlo echado mucho antes, y que bueno que lo hiciste.
C: Ahora me doy cuenta de eso. Pero era demasiado joven y estaba muy asustada. Me costó mucho trabajo darme cuenta que podía arreglármelas sola, que no necesitaba su ayuda.
S: ¿Y ahora? (preguntó Sebastián señalando el sobre). ¿Qué es eso?
C: Esta es la respuesta a un sueño que he albergado durante ocho años (respondió conmovida al tiempo que miraba el sobre con el membrete de la Oficina de Educación de Buenos Aires).
Con todo cuidado abrió el sobre y desplegó el documento que contenía el mismo.
CERTIFICADO Grado Asociado en Estudios Secretariales (Carina leyó en el diploma).
Nos complace comunicarle que ha rendido con éxito los exámenes de las asignaturas correspondientes a los estudios secretariales, graduándose con altas calificaciones.
Carina enterró la cara en el pecho de Sebastián y la camisa quedó empapada de lágrimas. Lo había conseguido. Tras ocho largos y difíciles años, finalmente lo había logrado. ¡Esa era su última meta! Terminar una carrera donde pudiera ofrecer una mejor calidad de vida y mejor futuro para su hijo, Manuel.
Sebastián la dejó llorar mientras le acariciaba el cabello.
S: ¿Sabes que eres alguien muy especial? Querías probarte a ti misma de que eras capaz y lo has conseguido.
C: Es porque un día decidí que tenía que hacerme cargo de mi propia vida (le confirmó). De repente me di cuenta de que era perfectamente capaz de cuidar de mí misma y de mi hijo. Así que decidí retomar los estudios y conseguir mi diploma. Así podría estar calificada para optar a un empleo decente y de paso reconciliarme con mis tíos.
S: Entonces yo entre en tu vida y trastorné tus planes, ¿no es así? ¿Qué creíste que intentaba hacer, Carina? ¿Robar tu independencia? ¿No comprendes? No intento robar nada o dañarte de algún modo. Mi único objetivo es hacerte feliz, mas bien para hacerlos felices a ambos (dijo al tiempo que le rodeaba la cara con las manos).
Sebastián admiraba la fortaleza de carácter que se veía en cada rasgo de su hermoso rostro, aunque su testarudez le causara un sinfín de frustraciones.
Carina rio con dulzura.
C: Es la primera vez que alguien me ofrece felicidad.
S: No sabes cómo lo siento porque no hay una persona en el mundo que la merezca más que tú. Todo lo que tienes que hacer es intentar alcanzarla, amor mío.
Ella cerró los ojos y suavemente Sebastián le besó los párpados.
Capítulo 28
Experimento “Un Marido para Mamá”
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos
He vuelto al colegio. Mamá me ha matriculado en esta escuela cerca del rancho de Sebastián. Pero hay un gran problema. Alguien del otro colegio pasó el sopla sobre mi proyecto científico y aquí quieren verlo pronto ya que mis nuevos compañeros también hacen trabajos similares. Me imagino que se armará la gorda, especialmente cuando sepan lo que he estado haciendo con todos mis informes que he escrito sobre el desarrollo de los acontecimientos.
Experimento 9: ¡Experimentos Interrumpidos!
C: Sebastián, aunque en estos momentos mi corazón está brincando de alegría, tengo miedo (musitó temblorosa bajo la caricia).
S: Ya lo sé. No quieres arriesgarte y comprendo por qué (observó al tiempo que le acariciaba los cabellos). Ya tomamos una decisión, cariño. Tendrás que confiar en mí. Y peor aún, tendrás que confiar en ti misma. Has hecho malas elecciones en tu vida. Pero te juro que esta no es una de ellas.
C: Solo tengo que creer en que no cometemos un error, ¿verdad? Tú no pides mucho, ¿no es cierto? Y si algo va mal en nuestra relación, Manuel...
S: Carina, lo que Manuel necesita y quiere es a un padre (interrumpió Sebastián). Si jugara limpio, no utilizaría esa excusa para convencerte. Pero te aseguro y te prometo, desde lo más profundo de mi corazón, que ambos son muy importantes para mí. Ambos se han convertido en parte de mi vida y no la concibo sin ninguno de ustedes. Cuando llego a casa me encuentro buscándote a ti o a un travieso niño de pelo castaño y ojos traviesos. Siempre pensé que tenía un hogar, pero ahora sé que estaba equivocado. Eres tú y Manuel quienes han convertido mi casa en un hogar.
C: Te amo, Sebastián Estevanez (murmuró con los ojos arrasados de lágrimas).
S: Y yo también, Carina Zampini. Tú y Manuel son mi futuro. Y yo les pertenezco.
C: ¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Cómo puedes saber que todo irá bien? (le preguntó trémula y nerviosa).
S: Estoy seguro porque, a diferencia de las voces que tú oyes, mis voces no dudan y nunca me aconsejan mal. Lo supe desde la primera vez que te besé. Y tú también lo supiste. La diferencia estriba en que aquello me decidió a intentar una relación seria contigo, mientras que a ti te asustó.
C: Tienes razón.
S: Y desde entonces has estado huyendo.
C: Pero ya no huyo más, como ves.
Sebastián la acercó a él y la abrazó estrechamente. Los labios de Carina se entreabrieron para recibir el apasionado beso del hombre de su vida. Mientras su boca aterrizaba en la de ella, desabotonaba la blusa hasta que logró acariciar sus hermosos pechos. Ella gimió, estrechándose más contra él.
S: Espera un segundo (murmuró Sebastián con un gran esfuerzo de voluntad). Todavía queda algo por discutir. Me refiero a tus intenciones. Lo siento, cariño. Pero no quiero los típicos arrepentimientos de la mañana siguiente. Dentro de unos minutos te llevaré a esa cama y haremos nuevamente el amor más dulce de nuestras vidas. Pero ¿no crees que deberíamos hablar sobre un posible embarazo?
C: Sr. Estevanez, no cree que esa conversación llegó a destiempo máxime después de haber tenido una hermosa y tórrida noche.
S: Siiii (dijo con una sonrisa). Lo último que quiero decirte es que no te volveré a llevar a la cama sin un compromiso. No puedo aceptar que me seduzcas nuevamente y mañana me eches de tu vida. Cari, soy un tipo chapado a la antigua. Así que un anillo de boda o nada.
Dicho eso sacó del bolsillo de su pantalón una cajita de terciopelo color negra, pero Carina se adelantó.
C: De acuerdo. Tú ganas (murmuró al tiempo que se ponía de rodillas y le tomaba una mano). Señor Sebastián Estevanez ¿Quiere hacerme el honor de casarse conmigo? Prometo amarlo y cuidarlo por el resto de mis días.
S: Señora Carina Zampini creí que nunca me lo pediría. Sí, acepto con todo gusto.
Con un grito de satisfacción la alzó del suelo y luego la tomó en brazos. Segundos más tarde se tendía junto a ella en la amplia cama. Con la blusa abierta, dejaba al descubierto una blanca braguita y las largas y contorneadas piernas hechas para enlazar la cintura de un hombre y no dejarlo marchar jamás.
Y Sebastián no se apresuró. Con movimientos lentos y tranquilizantes se volvieron a desnudar para nuevamente demostrarse el verdadero amor que sentían el uno por el otro.
La luz del sol se deslizó en la habitación llena de íntimos murmullos y suaves risas. Solo las cuatro paredes de la habitación fueron testigos de las palabras de amor de los amantes. Las manos de Sebastián se deslizaban sobre las suaves curvas femeninas de Carina, ofreciéndole olas de placer.
Sebastián conquistó una novia con un amor tan profundo y completo que ya no quedó espacio para el temor, la duda o el deseo de independencia. Los desnudos cuerpos se hermanaron. Se completaron. Formaron un todo. Esa noche Carina finalmente aceptó la verdad. Sebastián no era Pablo.
El sonido del teléfono interrumpió el profundo sueño de Sebastián.
C: ¿Qué pasa? (le preguntó Carina con voz soñolienta).
S: Te lo diré en un minuto. ¿Diga?
EE: ¿Era la voz de Carina? (preguntó Esperanza al otro extremo de la línea).
S: No es de tu incumbencia, abuela.
EE: Lo voy a tomar como un “Sí” (rio la abuela). Enhorabuena, mi niño. Sebastian, siento interrumpir su celebración de las Fiestas de San Antonio, pero me temo que han llamado de la escuela de Manuel.
S: ¿Y por qué?
EE: Manuel está bien, no te preocupes. Pero los profesores han armado un alboroto por algo. Quieren ver a Carina cuanto antes.
S: ¿Y no pueden esperar hasta mañana?
EE: Parece que no. Y quieren verte a ti también, Sebastián.
S: Y ¿para qué demonios querrán verme a mí? Bien, estaremos allí en un par de horas.
C: Sebas, No comprendo, Manuel lleva en esa escuela menos de una semana. ¿Qué pudo haber hecho solo en un par de días? ¿Y también quieren verte a ti? ¿Por qué?
S: Amor, lo sabremos a su debido tiempo (dijo Sebastián con calma).
Capítulo 29
En la escuela:
El Director Luis Ponce había hecho buscar a Manuel a la Oficina del Principal, luego de que la Profesora de Ciencias de octavo grado, la señora López le informara el tema del proyecto de Ciencias del chico.
Ellos encontraron fuera de lugar el mismo. De inmediato el Director, mediante su secretaria, le avisó a Carina la urgencia de reunirse con ella.
Apenas Sebastian y Carina llegaron a la escuela los hicieron pasar a un salón de conferencias. Unos minutos más tarde, entraba el director con una mujer que les presentó como la señora López, la profesora de Ciencias de octavo grado.
D: Gracias por haber venido cuanto antes (dijo el director al tiempo que le estrechaba la mano a Sebastián y luego a Carina). Soy Luis Ponce, Director de la Escuela Superior Santa Marta.
C: ¿Ha hecho algo malo mi hijo? (Carina fue incapaz de contenerse más tiempo).
El director y la profesora intercambiaron una mirada de circunstancias.
SL: Se trata de su proyecto de ciencias para la Feria Científica (explicó la señora López). Ya que también nuestro programa de estudios contempla trabajos de ese tipo, quise leerlo.
C: ¿Un proyecto científico? ¿Y qué desea hacer mi hijo este año? ¿Un experimento genético, curar el cáncer o algo así? (preguntó Carina con una sonrisa de alivio).
PL: No, no exactamente (dijo la profesora con el ceño fruncido). He enviado a buscar a Manuel. Espera en la oficina, porque antes quería conversar con ustedes. La verdad es que no sé cómo decirlo de otra manera, pero me temo que el objetivo del proyecto científico de Manuel consiste en que usted, señor Estevanez, se case, con la Señora Zampini. Diría que se trata de un... experimento amoroso, por llamarlo así.
Sebastián maldijo entre dientes. Desde luego que era eso. Así se explicaban todas aquellas ingeniosas estrategias y trampas que Manuel había realizado con premeditación. El amor... como un asunto de lógica experimental.
D: Naturalmente creo que usted, Señora Zampini no lo aprobará (dijo el señor Ponce).
C: Se equivoca, realmente cuenta con toda mi aprobación.
Lo que Sebastián no aprobaba era el modo en que ambos profesores miraban a Carina. Como si hubiera mal educado a su hijo.
PL: Tal vez usted no alcanza a comprender la magnitud de las intenciones de su hijo (dijo la Profesora López al tiempo que abría una carpeta). De acuerdo a la Introducción incluida en el proyecto de Ciencias, él se presentó a la agencia matrimonial “La Rosa Amarilla” con la expresa intención de encontrar...
S: Un padre (interviene Sebastián). Lo sé desde el principio. Mi abuela y yo somos los propietarios de dicha agencia. Yo estaba allí el día que llegó Manuel.
El señor Ponce alzó una ceja.
D: ¿Y usted aprueba ese tipo de manipulación?
Sebastián se inclinó sobre la mesa, mirándolos de frente. Quería que supieran que hablaba con toda seriedad.
S: Miren, yo aceptaría cualquier condición para que la madre de Manuel se casara conmigo.
Muy agitados ambos profesores se volvieron a Carina.
PL: ¿Usted se da cuenta que todo fue producto de la maquinación de un muchachito de trece años? Él fue el causante de que la echaran del apartamento, señora Zampini. También desconectó la batería de su coche para dejarla a merced del señor Estevanez. Manuel, bueno… desmontó los largueros de su cama (terminó la profesora, ruborizada hasta la raíz de los cabellos).
C: Sí, de acuerdo. Pero lo único que quería Manuel es que Sebastián fuera a rescatarme. Como un caballero andante, usted me entiende.
D: Si usted lo dice (opinó el director dudoso).
Y entonces fue Carina la que se ruborizó.
C: Oiga. Si es solo un jovencito de trece años. Manuel no pensaba en... él no intentaba..., bueno, usted ya me entiende (balbuceó). No era un asunto de cama... era una misión de rescate.
PL: Veamos lo del apartamento. ¿Tampoco le importa? (inquirió la profesora López.
C: Se equivoca, nos echaron a causa de Miss Mopsey.
PL: Sí, la perrita. Ya lo sé (dijo la profesora ajustándose las gafas al tiempo que se inclinaba sobre los papeles). Escuche, por favor. El asunto del perro forma parte del Plan B. Dice literalmente: “Hay que pasar delante de la puerta de la señora Walters haciendo mucho ruido. Espero que nos oiga...”. Desgraciadamente para usted, así fue.
S: ¿Todo esto es realmente necesario? (preguntó Sebastián). Si Carina hubiera entrado a hablar con la señora Walters habría sabido que no la obligaba a marcharse esa misma noche. Doris le hubiera dado tiempo a encontrar otra casa.
C: Y tú, ¿cómo lo sabes? ¿Cómo sabes su nombre?
Sebastián se encogió de hombros, arrepentido. Había hablado más de la cuenta.
S: Pensé que no era justo que los hubieran echado de la casa en plena noche. Así que cuando fui a recoger tu coche hablé con ella.
PL: Ah, sí. El coche (continuó la señora López al tiempo que examinaba más papeles). No se estropeó a causa de... Aquí lo tenemos. A causa de un calibrador.
D: ¿Un Calibrador? ¿Y qué es eso? (preguntó el director sorprendido).
S: Sí, ya lo sé (dijo Sebastián). Los cables de la batería estaban desconectados.
Carina se volvió hacia él.
C: Sebastián ¿Tú lo sabías? ¿Lo sabías y no me dijiste nada?
S: Recuerda que rechazaste mi ayuda (replicó a la defensiva). Dijiste que tu hijo podía repararlo. Si te hubieras molestado en preguntar, yo te habría explicado qué le ocurría verdaderamente a ese trasto.
C: Querías llevarnos a tu casa. Por eso mentiste.
D: Bueno, volviendo a lo que nos interesa (interrumpió el director). ¿Por qué no aclaramos el asunto de la zorrilla en la cabaña?
C: No intenten convencerme de que Manuel también es el responsable porque me niego a creerlo. No pudo haber encontrado una zorrilla y haberla metido en la cabaña en el poco tiempo que estuvimos en casa de Sebastián.
D: La verdad es que no existió tal zorrilla, señora. Su hijo puso en la cabaña unos productos químicos que huelen igual que la orina de ese animal.
S: Pero no hubo ningún daño (insistió Sebastián). Mantuve una larga conversación con el muchacho y luego hice que limpiara la cabaña de arriba abajo.
C: Así que tú sabías todas esas cosas y nunca me las dijiste (exclamó Carina airada).
S: Pensé que tú te habías dado cuenta de que algo pasaba. ¿Te acuerdas cuando nos quedamos sin gasolina? Te dije que había sido Manuel y decidiste que teníamos que ignorarlo.
C: Soy su madre. Debiste habérmelo contado todo desde el principio.
S: ¿Y darte una excusa para que te marcharas? ¡Maldición! Si yo hubiera traicionado al chico, tú ya estarías en Córdoba.
C: ¡Pero prometiste ser honesto conmigo!
D: Ya entiendo qué sucedió. Manuel ideó todos esos incidentes a instancias del señor Estevanez (sugirió el director).
S: Eso no es lo que realmente sucedió (explotó Sebastián con una mirada furibunda al Director). Ahí es donde usted se equivoca. Este niño busca desesperadamente un padre. Y a su inequívoca manera decidió hacer algo. Dada la forma en que funciona su mente, planificó sus acciones de una manera metódica, utilizando la lógica y la inteligencia con el propósito de...
D: Manipular a las personas, señor Estevanez. Reconozca que usted ha respaldado todo este asunto para proteger a su abuela y a los intereses comerciales que ambos comparten, pero deberá estar de acuerdo conmigo que esa no es la manera más apropiada (lo amonestó el director).
C: Perdone, ¿pero quiere repetir lo que ha dicho? (intervino Carina).
S: No estoy haciendo esto en beneficio de la empresa de mi abuela (interrumpió Sebastián duramente). Ya le dije por qué lo hago.
D: ¿Está seguro? Manuel nos habló de los periodistas que se encontraban en la agencia el día que fue allí a solicitar el servicio. Ellos han estado haciendo una crónica de sus aventuras. ¿Sabían ustedes que Manuel les ha estado enviando constantemente informes acerca del progreso de sus relaciones sentimentales? (les informó el director).
S: No, no lo sabía (respondió Sebastián súbitamente inseguro).
C: ¿Pero de qué hablan? (preguntó Carina al borde de perder la paciencia).
S: Espera un poco amor, ya te lo explicaré.
D: Y no olvide decirle la importancia de esa crónica para el futuro de la agencia matrimonial La Rosa Amarilla. Eso será un espaldarazo publicitario para la empresa.
C: No es necesario que me expliques nada, Sebastián. Ya lo entiendo. ¿Por eso te enfadaste tanto cuando el ordenador nos emparejó? Con los periodistas como testigos no tenías más alternativa que aceptar salir conmigo.
S: De acuerdo. En ese momento no tuve otra alternativa. Pero luego algo sucedió y tú lo sabes bien. Pero quiero asegurarte que no sabía nada sobre el dichoso artículo ni de la relación de Manuel con los periodistas.
C: O sea que lo nuestro es producto de una manipulación de Manuel (comentó Carina con la cabeza baja).
S: ¡Maldición! (rugió Sebastián). Nos besamos. ¿Recuerdas eso? Yo sí que lo recuerdo porque me llegó muy hondo, aunque tú no hubieras sentido nada. Además recuerda como nos amamos las pasadas noches… (El director lo interrumpe dándole una mirada de absoluto reproche).
D: Señor Estevanez, por favor. No olvide que este es un centro educativo.
Sebastián intentó controlarse.
S: ¿Dónde está el chico? Por favor mándelo buscar. Nos vamos antes de que usted siga hurgando en mi intimidad.
C: Sí (confirmó Carina con tranquila firmeza). Nos vamos.
S: No acabo de creer tal maravilla (murmuró Sebastián). Al fin estás de acuerdo conmigo en algo.
C: Claro que estoy de acuerdo, Sebastián. Marcharnos es una buena idea (dijo con una amarga sonrisa). Siento mucho lo del proyecto científico, señora López. Haré que Manuel piense en otro durante nuestro viaje a Córdoba (agregó con una dulce sonrisa).
S: Tú no vuelves a Córdoba (advirtió Sebastián con los dientes apretados). Por si lo has olvidado estamos comprometidos.
D: Pienso que este no es el lugar adecuado para discusiones personales (Le observó prudentemente el director).
S: Tiene razón, señor Ponce (dijo Sebastián volviéndose a él). Pero quiero que sepan que no solo apruebo el experimento de Manuel, sino que estoy muy orgulloso de él. Él quiere un padre, una familia unida. Lo que nunca ha tenido en su vida. ¿Entonces mejor razón podría ser más valiosa para un niño que esa? Si en este mundo enloquecido ese no es el proyecto científico más inteligente, ingenioso y práctico que un chico desesperado intente emprender para alcanzar la felicidad, es que no entiendo nada. Y le diré otra cosa más. Voy a hacer que su experimento se vea coronado como el mejor (agregó al tiempo que cogía la mano de Carina). De hecho, me voy a asegurar de que obtenga una excelente nota por su trabajo.
Carina lo miraba con las lágrimas rodando por sus mejillas. Cuando salieron del salón de conferencias seguidos por el director, Manuel ya se acercaba.
M: ¿Nos vamos, verdad? Pero volveremos. Tome, señor Ponce. Esto es para usted (dijo al tiempo que le entregaba un abultado sobre…). Es otro proyecto científico. Creo que a usted y a la señora López les gustará. Se trata de la erosión del suelo, de la irrigación y algunas sugerencias técnicas para obtener agua suficiente y no padecer sequías. No es el que quería hacer porque ahora no me importa nada sino mamá (agregó con una sonrisa temblorosa). Solo intentaba que ella fuera feliz. Y de paso, tener un buen padre.
La señora López miró al director y luego dejó escapar un hondo suspiro.
PL: Concédanos un día para discutir el asunto más a fondo, señor Estevanez. Pienso que puede haber algo muy valioso en lo que usted y Manuel han dicho.
S: Muy bien. Aprecio su buena intención, Profesora. Hasta luego (dijo Sebastián al tiempo que le tendía la mano al director y luego a la profesora).
Acto seguido salió apresuradamente del establecimiento con los brazos sobre los hombros de Carina y de Manuel.
C: Sebastián, me ha conmovido lo último que le dijiste al director. Pero, ¿por qué me mentiste? (preguntó Carina aún con los ojos llenos de lágrimas).
S: Omitir no es mentir, Carina. No te conté las trampas de Manuel, porque realmente no sabía lo que tramaba en el fondo. Cuéntaselo tú, Manuel (pidió al tiempo que le daba un codazo).
M: Mamá, nunca le dije a Sebastián que trabajaba en un experimento científico. De veras. El se figuró que yo deseaba un papá, pero pensó que todas mis trampas se debían a mi ingenio, y nada más.
S: Carina, perdóname. Sé que debí haberte contado lo del apartamento y lo del coche y lo de la zorrilla. Lo admito. Pero sabía que el muchacho no quería hacer daño a nadie y eso me daba una buena oportunidad para cortejarte. Sé que es una palabra pasada de moda pero traduce exactamente mis intenciones hacia ti.
C: ¿Entonces la razón para salir conmigo no fue la necesidad de proteger los intereses económicos de la agencia? (preguntó mirándolo a los ojos con una sonrisa temblorosa).
S: ¡Demonios!, ¡Que testaruda es la mujer que amo! ¿Cómo puedo convencerte? ¿Qué más quieres que te diga que no te haya dicho ya?
Manuel no podía creer lo que oían y miraban sus oídos y sus ojos. El veía una complicidad amorosa entre Sebastián y su madre. Estaba seguro que su plan había dados los mejores resultados. Sabía que Sebastian amaba a su madre pero quedo sorprendido ante las palabras de Carina.
C: Tranquilo, mi amor. Me has convencido. Te quiero. Y confío en ti. Pongo en tus manos no solo mi vida sino la de mi hijo también (declaró al tiempo que se abrazaba a él).
S: ¿Y cuándo te vas a casar conmigo?
C: De inmediato. Tan pronto como consigamos la licencia.
S: ¿Y dónde vamos a vivir?
C: Dónde tú quieras. Pero deseo que sea en el rancho más precioso de todo Buenos Aires.
Él se inclinó para besarla pero al profundizar en el beso, Manuel se acercó a ambos y los abrazó.
Fue durante el trayecto de vuelta al rancho cuando Carina finalmente se convenció de la verdad. Y la verdad era que volvía al hogar. Al hogar donde pertenecía.
Capítulo 30
Al llegar al rancho, vieron a Esperanza esperándolos en el patio acompañada de una pareja de ancianos que miraban aproximarse el vehículo un tanto nerviosos.
C: ¿No es la tía Esther? (preguntó Carina sorprendida).
S: Y también el tío Ben. Me tomé la libertad de invitarlos como una visita sorpresa. Lo que suceda de aquí en adelante es cosa de ustedes. Pero esa cabaña todavía está disponible por si la deseas.
Carina le rodeó el cuello con los brazos y le dio infinidad de besos alrededor de la cara, terminando en sus labios. ¿Cómo pudo haber dudado alguna vez de las buenas intenciones de Sebastián?
S: Vamos. Baja. Salúdalos (la motivó Sebastián). Ellos están tan asustados como tú (agregó al ver que la desconcertada pareja se acercaba al vehículo).
Carina se bajó y lentamente se acercó a ellos. Entonces se produjo un instante de vacilación y luego los tres se abrazaron, lloraron y hablaron atropelladamente.
Por fin Carina, más calmada, le hizo un gesto a Manuel que observaba la escena junto a Sebastián. Pero Manuel señaló las plantas junto al porche.
M: ¡Mamá!, ¡Sebastián! ¡miren! Los rosales han florecido. Están cubiertos de capullos amarillos.
Nunca antes había visto tantas flores en una planta. Pero, ¿de qué se sorprendía? Carina le dijo suavemente a su hijo.
C: Ve a saludar a tus tíos, cariño. Y luego quiero que les presentes al amor de mi vida (su mirada se cruzó con la de Sebastián). Estoy segura de que lo van a querer tanto como nosotros.
Días después…
Los tíos se habían regresado a Córdoba luego de reconciliarse con su sobrina. Habían compartido con la familia de Sebastian y quedaron completamente prendados con las ocurrencias de su sobrino nieto, Manuel
Aunque decidieron regresar a Córdoba, le prometieron a Carina regresar para la boda de ellos como también pasar más tiempo juntos y recuperar el tiempo perdido, debido a que Sebastián les había ofrecido la cabaña, cuando ellos decidieran visitarlos en Buenos Aires.
Sebastián y Carina aún no dormían juntos en la misma habitación ante los ojos de los demás, aunque todas las noches a escondidas, como un juego romántico, cualquiera de los dos brincaba a la habitación del otro para amarse o simplemente para sentirse y dormir juntos.
Ellos habían decidido guardar las apariencias aunque era un secreto a voces, especialmente para su hijo que compartían todas las noches.
Manuel se había adaptado a su nueva vida en la escuela, en el rancho, tenía muchos amigos de su edad, le gustaba las actividades al aire libre y su deseo era convertirse en un gran científico, por lo que sus inventos mantenían en vela a Sebastián y a Carina en todo momento. Sebastián siempre lo alcahueteaba en sus inventos aunque era estricto, Manuel lo respetaba y lo quería como la figura paterna que tanto buscó y encontró en él.
Sebastián se encontraba en su despacho realizando unas llamadas importantes… Cuando Carina entra para decirle…
C: Mi amor, ¿te interrumpo?.
S: Tú nunca me interrumpes, más bien te extrañé, dime.
C: hoy tengo que ir a la ciudad para recoger el diploma, además voy aprovechar el viaje para comenzar a comprar lo necesario para nuestro matrimonio.
S: Ay qué lindo se oyó “Nuestro Matrimonio”.
Sebastián se acerca a ella y la acerca a su cuerpo al abrazar su cintura para darle un beso. Sus cuerpos tiemblan y se desean mutuamente. Carina no pierde tiempo y reacciona con pasión al mismo.
V: Ay, Sebas ya estoy deseando que llegue ese día, tan solo falta un mes.
S: Si, y tú no sabes cuánto deseo que llegue ya el día. Ya no quiero seguir escondiéndome por las noches para amarnos. Quiero que ante los ojos de todos seas mi esposa. Aunque creo que ya todos se dieron cuenta que nosotros todas las noches nosotros nos pasamos de una habitación a otra.
V: Si, que vergüenza, ayer tu abuela comentó que apenas pudo dormir por la noche ruidosa y para colmos lo dijo con una amplia y sugerente sonrisa, que hasta Manuel lo confirmó. Yo no sabía para donde mirar.
S: Ja, Ja, Si a la abuela no se escapa nada. Bueno, bueno cambiando el tema ¿Te acompaño, yo tengo que recoger unos documentos en el abogado?
C: Subo a mi cuarto, recojo mi cartera y vamos.
S: Te espero.
En la ciudad…
Ya Carina había buscado el diploma y se dirigían a la Agencia Matrimonial La Rosa Amarilla a buscar a la Abuela Esperanza. La abuela es quién ayudaría a escoger el vestido de novias a Carina.
En la agencia Matrimonial:
EE: De acuerdo señoras, ahora serviré champagne en sus copas (Wanda se levanta para ayudar a Esperanza a servir las copas). No, no, Wanda. Siéntate y relájate, por favor (insistió Esperanza mientras esperaba que la anciana de setenta y seis años cesara de trabajar. Wanda no podía ni quería cesar sus funciones en la Agencia. Si no fuera tan eficaz en su trabajo....) Y tú María, no atiendas ningún teléfono.
Esperanza antes de mostrar a sus amigas el artículo recién aparecido en la revista, se instaló en su asiento y bebió un sorbo de champán.
EE: Esperen a oír esto (dijo al tiempo que sacaba una rosa amarilla de un florero cercano). Un niño de trece años encuentra un padre (leyó mientras agitaba la rosa para enfatizar la lectura). Ese es el título. Y a continuación dice: La agencia matrimonial La Rosa Amarilla cerró un gran trato con Manuel Arce. Por solo veinte dólares y algunos centavos le consiguió la mejor cita que hubiera podido soñar... una cita con el destino. Después de completar el formulario en nombre de su madre, Carina Zampini, el ordenador de la agencia La Rosa Amarilla seleccionó al padre perfecto para el joven Manuel. Se trata del nieto de Esperanza Estevanez, propietaria de la agencia. Pero fue necesario que Manuel realizara algunos experimentos científicos para convencer a su madre de que Sebastián Estevanez era el marido perfecto para ella. “Mi proyecto obtuvo la más alta calificación en el colegio. Pero lo mejor de todo, es que conseguí un papá maravilloso” (declaró Manuel orgullosamente en el artículo de la revista). Al parecer, la prestación de servicios informatizados de La Rosa Amarilla, agencia experta en relacionar parejas con fines matrimoniales, marcha por muy buen camino.
Con un suspiro Esperanza apartó la revista y alzó su copa.
EE: A la salud de todas nosotras. Sospecho que nuestra pequeña empresa empieza a marchar por el camino de la prosperidad. Ah, y antes de que se me olvide, tenías razón, Wanda. Sabrás que volví a introducir el formulario de Carina con su verdadera edad en la base de datos, y esta vez el resultado fue un 100% de afinidad con el único candidato seleccionado, mi nieto Sebastián. ¡Tal como lo anunciaste desde el principio!
En ese momento entra en la Agencia Carina junto a Sebastian escuchando que realmente son un 100% compatible.
S: Abuela es cierto lo que acabamos de escuchar, somos compatibles en un 100%.
EE: Si, pero como sabes ya Wanda lo había pronosticado mucho antes que sistema computadorizado. Además, ¡La leyenda del beso en la familia Estevanez una vez más funcionó! (dijo toda emocionada).
C: (Y mirando fijo a Sebastián) Pero de algo estoy muy segura que nuestro amor es 100% verdadero.
EE: Bueno, ya chicos, que hay mujeres de la tercera edad presente. Ja, Ja, Ja.
S: No me puedo quejar, por que gracias a ustedes, estoy por casarme con esta bella mujer, que amo con locura (le da un beso sonado en los labios a Carina).
EE: Mucha charla, Carina ya nos podemos ir a comprar tu vestido de bodas.
S: Si las llevo al centro en lo que voy al abogado a recoger unos documentos.
C: Si vamos.
Sebastián lleva a Carina y a su Abuela Esperanza al centro y continua camino hacia el abogado.
Oficina del Abogado:
A: Hola, Sebastián.
S: Hola Michael, me tienes el documento que te pedí que redactaras.
A: Sebastián, si lo preparé según tu requerimiento.
S: Gracias, te lo enviaré tan pronto tenga las firmas para que puedas procesarlo legalmente.
Ya de camino al rancho, Carina había realizado todas las compras junto con la Abuela y Sebastián (que se había unido después de visitar a su abogado).
C: Sebas, y no soy curiosa pero…
S: Pero quieres saber que fui a recoger en la oficina de mi abogado, no.
C: Porque te voy a decir que no, porque sí, me intriga, además recuerda que dijimos que siempre vamos a ser sinceros el uno con el otro.
S: Si ya me extrañaba que no me preguntaras antes.
C: No porque tenía mil cosas en la cabeza con eso de la compra de mi vestido. Además, porque te conozco y confío en ti, estaba segura que me lo dirías en algún momento, pero tengo que aceptar que mi curiosidad pudo más.
S: Pero se va tener que esperar un poquito para enterarse, es una sorpresa.
C: Y no me podrías adelantar algo.
S: Eso si ….que nó, ja, ja, ja.
C: Bueno no te agobio más con mis preguntas (le dice girando su cara hacia la ventana del vehículo para ignorarlo y se sintiera un poco culpable de no confiar en ella).
S: Pero mi amor, no te enojes. Ya verás que cuando te enteres te va encantar.
C: Bueno (le dijo como una niña pequeña cuando la hacen esperar para una sorpresa o regalo).
Ya habían llegado al rancho y tan pronto como llegaron, Manuel corrió a saludarlos. Ambos hombres ayudaron a entrar a la casa todos los paquetes y bolsas de los artículos comprados. En un aparte, sin que Carina se percatara, Manuel le preguntó a Sebastián que cuando hablaría con su madre. Él le dijo que esa misma noche después de la cena hablaría con ella.
Capítulo 31
A petición de su abuela, Sebastián, había invitado a cenar esa noche a su casa a sus padres, hermanos, cuñados y sobrinos para que conocieran a su futura esposa e hijo.
***Inicio del Flashback***
Cuando Sebastián ayudaba a su abuela hasta la entrada de la Agencia (Carina se quedó en la camioneta esperando a Sebastián para luego dirigirse al rancho).
EE: Sebastián, ayer me llamó tu padre, estaba enojado, no se vale que tus padres y hermanos se enteren por medio de un artículo en una revista que tienes novia y estas a punto de casarte.
S: Abuela, tú bien sabes que todo fue muy rápido, apenas Carina me aceptó. Fue amor al primer beso o no. Ja, Ja, Ja..
EE: Si, la leyenda del beso volvió a unir a un Estevanez con su amor.
S: Con relación a mis padres, no te preocupes los invité junto a mis hermanos y sus familias a cenar hoy en la noche.
EE: Pues no se hable más nos vemos a la noche.
S: Chau, hasta noche.
***Fin del Flashback***
Sebastián junto con Carina había previsto con Edith preparar el área de la terraza para la cena y el de la piscina para que sus sobrinos y Manuel compartieran en un ambiente más acorde con sus edades.
La Abuela Esperanza llegó con tiempo suficiente para que junto a Carina y a Edith terminar con los últimos preparativos para la cena con la Familia Estevanez.
EE: Carina te veo nerviosa, tienes que tranquilizarte. Mi hijo Quique y mi yerna, Mónica, son un amor al igual que otros nietos Diego y Sol.
C: No es para menos, voy a conocer a los padres y hermanos de Sebastián. No estoy segura si les voy a caer bien, además tengo un hijo.
EE: Ya, tranquila, que ellos cuando vean en tus ojos y en los de Sebas como se aman con solo mirarse va ser suficiente razón para aceptarte como su futura yerna. Y por Manuel ni te preocupes, ese niño es el alma de la casa. Y si a mí me echo en un bolsillo, no dudes que lo haga también con Quique y Moni.
C: Si Manuel es un chico clase y aparte. Ja, Ja, Ja
Mientras en el área de la terraza…
Ya se encontraban Sebastián con Manuel jugando “monopoly” en la espera de la familia Estevanez.
M: Y, Sebas como se llaman tus sobrinos y que edades tienen.
S: Los hijos de mi hermano mayor Diego y su esposa Julissa se llaman Belinda y Gabriel. Belinda tiene 12 años y Gabriel tiene 8 años. Los hijos de mi hermana Sol y su esposo Segundo son Andrés y Evaluna. Ellos tienen 13 y 10 años, respectivamente. Andrés es el hijo mayor de mi cuñado, pero mi hermana lo quiere como a su hijo.
M: Como yo, me alegra que todos seamos contemporáneos, ojalá lleguen pronto. Ya quiero conocer a mis primos.
S: Estoy seguro que se van a llevar de maravilla.
Ya había llegado la Familia Estevanez en pleno, los adultos se fueron a la terraza para disfrutar de unos refrigerios y conocerse. Los jóvenes inmediatamente se fueron directo a la piscina a disfrutar de lo lindo.
En la terraza…
Se encontraban sentados por pareja y la abuela Esperanza al pendiente de la conversación.
Quique: Así que el inatrapable de mí hijo cayó preso de nuestra leyenda la del beso.
S: Bueno, papá, es cierto que desde que besé a Cari, sentí algo que nunca había sentido con ninguna otra. El beso con Cari fue… fue algo sublime e inesperado. Fue una sensación que quería repetir y que quiero repetir por toda mi vida (y mirando a Carina se acerca a ella y la besa con toda la ternura). Además lo difícil fue convencerla, sino fuera por Manuel, estaría de camino a Córdoba en su búsqueda.
C: Ustedes no saben lo que hizo Manuel, hizo que nos echaran del apartamento, me daño el carro, hizo un experimento en la cabaña, me rompió la cama y si sigo no termino. Pero lo que más me asombró cuando me enteré fue que cierta persona que tengo sentado a mi lado (mirando a Sebastián) tenía conocimiento de todas sus travesuras y lo solapaba en todo momento.
S: Ya te lo dije antes que omitir no es mentir, además todo fue por el bien de nuestra relación (le dice con cara de yo no fui, haciéndose el inocente).
Moni: Hijo (a Sebastián) estamos contento de que por fin formalices tu relación con Carina. Por Esperanza sabemos qué clase de mujer es Carina. Como tú mismo nos confirmaste, Carina ha luchado toda su vida trabajando por el bien de su Hijo y creo que lo ha hecho maravillosamente bien.
C: Gracias, señora Es… (Moni la interrumpió)
M: Dime Mónica o Moni, la señora Estevanez es Esperanza. Ja, Ja, Ja
E: ¡Yo soy Esperanza para los viejos y abuela para los chicos, que señora y señora.
C: Bueno, bueno Mónica y Esperanza, quiero agradecerles todos sus lindos comentarios, en estos momentos solo puedo asegurarle a todos que amo a Sebastián con todo el alma (mirando a los ojos a Sebastián dándole un beso).
S: Y yo te amo igual (devolviéndole el beso)
M: Bueno, Quique parece ser que ya gozamos de tener otra hija.
Q: Y otro nieto más, porque para nosotros ya Manuel es un Estevanez más.
S: Y espero que pronto nuestro amor sea bendecido con más hijos
D: Bueno hermanito date prisa porque con Juli, le vamos a dar un nuevo biznieto a la Abuela Esperanza.
J: Es una sorpresa que queríamos dar en familia, y se dio el momento.
Sol: Juli y ¿cuánto tiempo tienes?.
J: Tengo 2 meses de embarazo.
S: Ja, Ja, Ja, Yo pensaba que esperaban un nieto porque en todo momento Belinda no se ha separado de Manu (Todos miran hacia la piscina).
C: ¡Sebastián! deja de cizañar que los chicos están compartiendo entre todos, además son unos niños.
En esos momentos Manuel y Andrés, los mayores de los chicos, se acercan a la terraza para preguntar cuando comían por que tenían hambre. Todos los adultos se ríen.
EE: Ya le aviso a Edith para que sirva la cena. Ustedes chicos vayan saliendo de la piscina y preparándose para cenar.
Sebastian y Carina habían despedido a todos cuando se encuentran a Manuel dormido sobre el sofá de la sala.
S: Mi amor, mira quién se quedó dormido. La piscina le quitó todas las energías. Bueno subo a Manuel a su cuarto y nos vamos al mío, sí.
C: Claro, me baño y voy a tu cuarto.
S: Umm. Tengo una mejor idea.
C: Y ¿qué idea se le ocurrió al Señor Estevanez?
S: Que te parece si nos bañamos juntos, de ese modo cooperamos con el medio ambiente y economizamos agua. (Sebastian acerca a Carina al abrazarla por la cintura).
C: Es una pregunta?
S: Es una propuesta, que dice?
C: Y que digo, um…. propuesta aceptada. (ambos se dan un beso, se separan y Sebastián carga a Manuel para llevarlo a su cuarto).
Ambos subieron y acostaron a Manu. En ese momento, Sebastián entendió que ya era hora de hablar con Carina de su visita al abogado.
Capítulo 32
En el cuarto de Manuel:
C: Sebas, nunca había visto a Manu, reírse y divertirse como lo hizo esta noche con tus sobrinos.
S: Si, se sentía parte de ellos, como si los conociera de siempre. Los chicos no se querían ir. Presiento que mis sobrinos nos van a visitar más a menudo.
C: Y yo encantada.
S: Bueno vamos a mi cuarto que lo vamos a despertar.
C: Si, vamos (ya afuera del cuarto de Manuel, en el pasillo, Carina se acuerda que tiene ropa de dormir), mi amor, voy a mi cuarto y te veo en un rato.
S: Mi amor, si ya todos duermes, además recuerda mi propuesta (Acariciando la espalda de Carina y acercando su boca al cuello para depositarle un beso) ¿vamos a bañarnos juntitos, si?
C: mm... Mi amor, no sé para qué me preguntas sí ya sabes que no te puedo decir que no.
S: Me encantas, me encantas toda tú
Carina sólo sonrió y Sebastian comenzó a besarla apasionadamente mientras se dirigían a la habitación de él. Inmediatamente entraron a la habitación de Sebastián, comenzaron a quitarse la ropa uno al otro camino al baño.
Ya en el baño cada uno le pasaba el jabón al otro sin despegarse sus bocas que bailaba al ritmo de sus corazones. Carina de a poco fue cortando los besos y se alejó, lo miro a los ojos de una forma provocadora para salir y dirigirse a la recamara cayendo en el centro de la cama.
Sebastián miraba maravillado, no podía creer que esa mujer fuera tan perfecta. No pensó dos veces se acostó al lado de ella y en una rápido movimiento posó su cuerpo sobre el de Carina. Sebastián comenzó a besar el cuello de ella mientras que con su mano tocaba sutilmente todo el busto de Carina, ella sólo echaba hacia atrás su cabeza dándole la bienvenida al placer que sentía.
Luego Sebastián dibujo con sus labios un camino de besos que descendió desde el cuello hasta los pechos de Carina donde luego de masajearlos y besarlos haciendo que ella no pueda contenerse a gemir, Sebastián solo la beso apasionado haciéndola callar.
Luego de unas horas los dos se encontraban abrazados en la cama tratando de regular su respiración luego de hacer el acto más puro del amor
C: Mi amor, amo cuando hacemos el amor, porque siento que ambos entregamos nuestras almas a la merced del otro.
Dijo rompiendo el silencio que se había prolongado hacia varios minutos.
S: Y yo amo hacerte mía, mi amor (Respondió acariciando toda la espalda desnuda de Cari
C: te confieso algo
S: por favor (Ambos de frente mirándose directamente a los ojos)
C: Me siento la mujer más hermosa del mundo cuando me miras mientras me haces el amor
S: Eso es porque eres hermosa, hermosa y me quedo corto
C: Y usted no se queda atrás, eres… hermoso
S: Ahora yo te puedo confesar algo ?
C: (asintiendo) si
S: Yo me siento el hombre más afortunado porque no solo encontré a la mujer de mi vida, sino que también encontré a un hijo maravilloso, y en el poco tiempo que lo conozco me ha dado la oportunidad de saber lo que siente un padre cuando se siente muy orgulloso de su hijo. Me siento el hombre mas feliz sobre la faz de la tierra.
C: Que lindas palabras me llenan de felicidad saber que Manuel tiene el mejor padre que pueda tener.
S: es por eso que fui a la oficina de mi abogado.
C: Que me estas queriendo decir, Sebastián Estevanez.
S: Que quisiera, no quiero adoptar legalmente a Manuel y que de ahora en adelante se llame Manuel Estevanez Zampini. Mi primer hijo.
C: Estas seguro?
S: Claro que quiero que Manuel sea legalmente mi hijo y lleve mi apellido. Que me dices?
C: Sebas qué más quisiera yo, que tú seas legalmente el padre de Manuel, pero quiero saber que piensa mi hijo, no quiero forzarlo, quisiera que el decidiera.
S: Querrás decir nuestro hijo, pues te diré que él me comentó que la semana próxima hay una actividad en el Colegio de padres e hijos, y él me invitó a que lo acompañara porque ahora yo era su padre. Cari te puedo jurar que mi corazón de me paralizó de una gran emoción que en mi vida había sentido. Entonces le comenté mi intensión de adoptarlo y darle mi apellido y el solo me abrazó tan fuerte que ambos comenzamos a llorar de la misma emoción.
Mientras Sebastián le contaba cómo ocurrieron los hechos, Carina no podia contener las lágrimas.
S: Cari porque lloras, tienes que estar feliz de la clase de hijo que tenemos.
C: Y lo estoy y al igual que tu me siento muy orgullosa de el. Sebas, recién ahora me doy cuenta cuanta falta que le hizo a Manuel la presencia de una figura paterna.
S: Bueno, bueno no me llores, que aunque te ves igual de hermosa, le prometi a Manuel que jamas ibas a derramar una lagrima, asi sea de felicidad. OKA
C: OKA, Entonces no hay más que decir, acepto la decisión de ambos.
S: Que feliz me haces. Ya quiero ver la cara de Manuel cuando le diga que aceptaste que yo lo adoptara.
Entonces Sebastián saca los documentos que había ido a buscar y se los da a Carina para que firme los mismos. Carina al leer el documento de adopción se percata que solo faltaba la firma de ella porque ya la de Sebastián y Manuel estaba presente en el mismo.
Ante la desaparición de Pablo, el padre de Manuel, hace más de ocho años y al tener Manuel 13 años eran dos atenuantes para que la adopción fuera de inmediato luego del trámite final del abogado.
Sebas sonríe, una vez firmara Carina le quita los documentos colocando los mismos sobre la mesita de noche y da media vuelta para poder quedar encima de ella.
S: te amo, te amo (repetía una y otra vez mientras le besaba el cuello).
C: Y yo te amo, más
Ambos de fundieron en un beso que los llevo a volver a hacer el amor solo que esta vez lo hicieron con mucha ternura, ambos recorrieron el cuerpo del otro con senderos de besos, y al terminar de hacerlo ambos se quedaron profundamente dormidos haciendo cucharita hasta que al otro día despertaron ante la repentina interrupción de ….
Capítulo 33
M: Pa …ups
Manuel se quedó tan quieto y sin palabras como la pared frente a él ante la linda situación que se encontró cuanto irrumpió como un huracán en el cuarto de Sebastián.
Manuel cuando entra al cuarto se encuentra a su mamá dormida sobre el pecho de Sebastián. La mano derecha de Sebastián estaba sobre la espalda desnuda de Cari. Sebastián y Carina se quedaron abrazados por unos minutos debajo de la sabana, hasta que Cari reaccionó y se levantó de golpe cubriéndose hasta el cuello.
S: Buenos días, Manu, usted cree que esas son formas de entrar a una habitación sin antes tocar y esperar a que le den permiso.
M: Buenos días, mami, pa…sebas, perdón por haber entrado de esa manera, interrumpo algo.
Sebastian y Carina se miran girando sus ojos como diciéndose que gracias a Dios que los cogió dormidos porque si no solo sabe el de arriba como los habría sorprendidos.
Carina, aunque avergonzada y sorprendida de que Manuel la haya encontrado dormida en la cama con Sebastián, y para colmo desnudos, se había percatado que Manuel tuvo la intención de llamar papá a Sebastián pero se había cohibido de hacerlo.
C: Manuel (se voltea hacia Sebastián y le pregunta), ya es oficial (lo de la adopción).
S: Ya es un hecho.
C: Manuel Estevanez Zampini que sea la última vez que usted entra de esa manera a… (Sebastián la interrumpe y añade)
S: nuestro cuarto (mirando resignado a Carina), porque vamos a negarlo, si, si ya somos una pareja que se ama y está a menos de tres semanas para casarse.
M: Mamá, ¿cómo fue que me llamaste? (le preguntó Manuel a su mamá para estar muy seguro como ella lo había llamado y por supuesto estar seguros de que ella había aceptado que Sebastián lo adoptara).
C: Pero Manuel de que te sorprende, no es eso lo que querías.
M: Mamá, eso quiere decir que al fin puedo llamar papá a Sebas.
C: Si es lo que quieres, aunque no creas que no me di de cuenta que cuando entraste al cuarto lo ibas a llamar papá.
S: Manu si es lo que sientes, a mí me encantaría. Como te dije anteriormente padre no es el que engendra sino el que cría, ama y está presente cada día en la vida de sus hijos. Y eso es lo que tu eres para mí, un verdadero hijo.
Manuel se tira dentro de la cama y los abraza a los dos.
C: Bueno, bueno después vamos a conversar Sebas, usted y yo seriamente, ahora si nos permites… (le dice a Manuel dirigiendo su mirada hacia la puerta).
Manuel se va del cuarto dejando solos a Carina y a Sebastián.
C: Sebastián que vergüenza, Manuel nos sorprendió.
S: Mi amor, fue una situación algo, algo no, totalmente embarazosa.
C: Si, pero estoy segura que tan sorprendidos quedamos nosotros como él. Viste su carita cuando lo llamé con nuestros apellidos.
S: Sus ojos tenían un brillo especial, que reflejaban un sentimiento de sorpresa ante tu aceptación y de completa felicidad. Cuando Manuel nos abrazó, sentí que entre mis brazos tenia a mi familia.
Sebastián abrazó fuertemente a Carina y comenzó a seducirla y evitando que ella se levantara.
C: Mi amor, no sigamos porque sabes muy bien a donde nos conduce este jueguito de seducción.
S: Cari, mi vida, me vas a decir a mí que no te gusta, porque anoche no me decías lo mismo. Si mi mente no me fallas me dijiste (imitándola) “Adoro cuando me haces tuya, me fascina cuando me miras al hacerme el amor”.
C: No te lo niego, me encanta pero… (Sebastián la interrumpe al sellar sus labios con los de él.
S: Pero nada, todos incluyendo a Manu, deben comprender que vamos a compartir muchos momentos de intimidad.
C: Pero Manu es chico, y necesita de nuestra atención.
S: Si pero por unos minutos no va pasar nada.
Ambos se levantan y Carina se envuelve en la sabana y Sebastián se pone sus bóxers y camina hacia ella.
S: No te vas a bañar acá conmigo.
C: No, porque nunca vamos a salir de acá.
S: Por lo menos en las próximas horas no… Ja, Ja, Ja.
C: Vamos, Sebastián asómate al pasillo y verifica que no haya muros en la costa.
S: Ves, mi amor (le dice acercándose a ella dándole besitos cortos por la cara) si ya te hubieras mudado acá no tendríamos que estar haciendo esto. Hoy, o si o si, definitivamente te mudas completamente para mi cuarto.
C: Si, total ya Manuel, nos sorprendió.
S: Si, que rico, ya no tenemos que guardar las apariencias, no tenemos que levantarnos primero de nadie, no tenemos que esperar a que todos se duerman, que alivio mi amor.
C: Buenos nos vemos en un rato en la terraza para desayunar y aprovechamos de una vez para hablar con Manuel.
Días después… (Día de la adopción frente a la Juez)
S: Mi amor estás nerviosa.
C: Un poco. Pero no por ti o por Manu. Es que no estoy acostumbrada a realizar trámites legales de gran envergadura. Y si a eso le sumas que tengo que contestar preguntas personales, me dan nervios.
S: Tranquila que mi abogado se va a encargar de todo, quizás ni tengas que hablar.
C: Ojalá.
En eso Carina ve a Manuel que está hablando con buen ánimo con Andrés
Andrés que quiso acompañar a su primo a la audiencia de adopción para brindarle apoyo moral porque al igual que él había sido adoptado por Sol (recuerden que Andrés es el hijo mayor de Segundo, esposo de Sol).
A: Manu, así que finalmente hoy es el día.
M: Hoy por fin voy a llevar el apellido de mi papá.
A: Si, ahora vamos a ser primos-hermanos.
M: Sabes Andrés desde que conozco a Sebas, nunca he recibido de parte de él ninguna palabra que me haga sentir una persona de otro mundo y mucho menos de rechazo. Al contrario me ha dicho que se siente orgulloso de mi, y eso que con mi experimento amoroso realicé miles de travesuras.
A: Si, cuando me enteré de varias de ellas, traté de mejorar algunas para que Brenda se fije en mí.
M: ¿Quién es Brenda?
A: Una chica del colegio que me tiene loco.
M: Después me cuentas bien en que te puedo ayudar.
A: Si vamos cupido, que tu mamá te está haciendo señas que va a comenzar tu audiencia.
Todos entran en la sala de la Jueza Maritza Carrión.
JMC: Estamos reunidos para el trámite de adopción de Manuel Arce Zampini. En los documentos que sometió el Licenciado Michael López indica que el padre biológico Pablo Arce no tiene contacto alguno con el menor Manuel Arce Zampini desde hace 8 años. También el documento expresa el deseo de joven Manuel de que sea adoptado legalmente por el señor Sebastián Estevanez. ¿Licenciado confirma lo que acabo de leer?
AML: Si su señoría.
JMC: Manuel, tú tienes ya la edad mínima, según la ley, para expresar tu deseo de adopción.
M: Si, su señoría.
JMC: Me puedes decir Maritza o señora Carrión. Más bién quiero que te sientas cómodo durante dicho proceso, está bien.
M: Si, Maritza, Gracias
JMC: Hijo, leo en el expediente que realmente tú fuiste responsable directo de encontrar un marido para tu mamá mediante un experimento que el mismo fue publicado en un artículo en una revista. ¿Cuéntame Manuel, cual fue el propósito de dicho experimento?
M: Maritza, todo comenzó cuando mi maestra de ciencia nos pide un proyecto para la feria científica del colegio. Realmente mi madre se ha sacrificado mucho por y para mí, siempre dejando a un lado sus gustos y necesidades. Y aunque mi experimento se trataba de buscarle un marido a mi mamá, también yo necesitaba la presencia de un padre que estuviera al lado mío cuando yo tuviera éxito o fracaso, que se encuentre presente cuando quiera compartir una alegría pero también que me brinde un consejo cuando lo necesitara, que me prestara un hombro para llorar, que me regañe y me ponga límites cuando lo merezca, que se sienta orgulloso de mi, que me proteja cuando me enfrente a peligros en fin, un amigo del cual aprender. Y eso lo he encontrado en Sebastián. Yo a él lo veo como el padre que nunca tuve.
Sebastián y Carina estaban a lágrima viva orgullosos del pequeño hombre que se estaba convirtiendo Manu. Al oírlo expresar de esa manera, Carina se dio cuenta que cualquier sacrificio que hizo en el pasado tuvo su fruto y que Sebastián era sin dudas el padre que siempre buscó su hijo Manuel.
La jueza estaba sorprendida ante la madurez presentada por Manuel. Por lo que comprendió que definitivamente que Manu sabía lo que un padre significa en la vida de un niño y que Sebastián Estevanez es ese hombre que supo ganarse el amor y la confianza de él.
JMC: Manuel, muy linda, tus palabras, (y dirigiéndose a Carina), además quiero felicitar a tu madre porque por tus palabras me puedo dar cuenta que eres un niño muy inteligente y que sin duda ella ha realizado una excelente labor en tu crianza. (Ahora dirigiéndose a Sebastian) Sr. Estevanez, leo en el expediente que usted está comprometido con la madre de Manuel (Sebastián aprueba con la cabeza). ¿Usted cómo se siente que Manuel lo haya escogido como padre adoptivo?
S: Su señoría, yo a Manuel lo conocí cuando fue a la Agencia Matrimonial La Rosa Amarilla, que dirige mi abuela, solicitando un servicio para búsqueda de un marido para su mamá como parte de su investigación para su proyecto de ciencia de la Feria Científica. En ese momento desconocíamos lo que el futuro nos deparaba. Desde el primer momento, más bien desde el primer beso (se ríe y apretando la mano de Carina y mirándola a los ojos) yo supe que Carina es y será la mujer de mi vida. La relación con Manuel fue creciendo a medida que el jovencito realizaba los experimentos amorosos para que su mamá se convenciera que soy y seré el hombre que la amará por siempre. Por causa de uno de sus experimentos, Carina y Manuel tuvieron que quedarse en mi casa. Poco a poco aprendí a tener mayores responsabilidades, aprendí a crecer como hombre, como el mejor compañero, como padre que se sienten orgullosos por la mujer y el hijo que tiene a su lado. Realmente sin Carina y Manuel me sentiría como un hombre incompleto, porque ya ellos son y serán parte de mi vida.
JMC: Bien habiendo oído ambas partes y con las atenuantes del caso apruebo que el joven Manuel sea adoptado por Sr. Sebastián Estevanez y que oficial y legalmente sea llamado Manuel Sebastián Estevanez Zampini, según fuera solicitado por el mismo joven.
Cuando la Jueza da su veredicto, Manuel se le tira en los brazos a Sebastián en un fuerte abrazo. Carina se les une al abrazo recibiendo un beso de Sebastián y Manuel en cada una de sus mejillas.
Después tanto la jueza, el abogado y Andrés felicitan tanto a Manuel como a Sebastián.
Capítulo 34 (Capítulo Final)
Estaban llegando a su rancho, cuando ven un cartelón (cruzacalles) que estaba colgado entre dos árboles en la entrada de la casa de Sebastián. Que Manuel lee.
M: Miren lo que dice, “Manuel, Ya eres uno de los nuestros, Felicidades, La Familia Estevanez”.
C: Mi amor tú tuviste que ver con la sorpresa.
S: No, mira ahí están los vehículos de mi abuela, de mi papá, hermano y cuñado. Ellos deben de haber organizado todo.
Cuando abren la puerta de entrada se encuentran con toda la familia de Sebastián esperando el momento para felicitar tanto a Manuel como a Sebastián por el gran acontecimiento en sus vidas.
Q: Hijo muchas felicidades, ahora vas a aprender lo que es tener la responsabilidad de ser padre.
S: Papá desde que Carina y Manuel llegaron a mí, mi vida no es la misma. Ellos para mí son el aire que respiro. Sin ellos no soy nadie. (Lo dice a la misma vez que agarra por la cintura a Carina acercándose a él para besarla en la mejilla y con la otra la ponía sobre los hombros de Manuel).
Moni: Sebas, me alegra tanto oírte hablar de esa forma, que me das un gran orgullo saber en el gran hombre en que te has convertido (Abrazándolo y tomándole una mano a Carina). Y a la misma vez, voy agradecerle toda mi vida a Carina, porque ella fue gran responsable del cambio tan positivo que creó en ti.
C: Moni, no tienes que agradecerme nada, al contrario, Sebastián para mí y mi hijo es como la pieza de un rompecabezas, que no está completo si alguna pieza falta. Sebastián es el hombre que complementa nuestra vida.
Diego: Bueno, bueno, que todos vamos a llorar, y nosotros vinimos a festejar que todo el proceso de adopción finalizó para darle un nuevo integrante a la familia Estevanez.
S: Si hablando de festejar, Manuel, hijo, ve a mi oficina y sobre el escritorio hay una sorpresa para ti, de parte Cari y mía.
Manuel junto a sus primos no terminaron de oír lo que decía Sebastián cuando ya se había a buscar la sorpresa. Entre los cinco traían varias cajas envueltas en papel de regalo.
S: Hijo abre la caja más grande ya!
Moni: Sebas, estas más desesperado que los chicos, ja, ja, ja.
Manuel comenzó a quitar el papel de regalo de un solo rasgado que al ver lo que era, lo dejo a un lado y corrió a abrazar y darle un beso a su nuevo padre.
M: Gracias papá.
C: Y para mí no hay un abrazo y un beso.
M: Mami no te pongas celosa, que para ti también hay, Ja ja ja Gracias, muchas gracias a ambos.
S: Manu, es la última generación del Xbox, ya puedes jugar con amigos y primos a través del internet, cuando tus primos nos visiten o para ganarte cuando juguemos.
M: Papá me estas retando, porque mira soy muy bueno.
S: ya veremos.
C: Yo creo que lo compró más bien para jugar en él. Sebas siempre tiene alma de niño.
S: Ve y abre el regalo del papel rojo.
M: Es lo que creo que es, es un IPhone 5S. Wao!, creo que me adelantaron mi regalo de cumpleaños, Santa Claus y los Tres Reyes.
C: Manu, te lo compramos para que siempre te puedas comunicar con nosotros (señalando a Sebas y a ella) en cualquier momento y así no nos preocupamos, sí. (Manuel aseveró con la cabeza)
S: Además Andrés y Belinda no se queda con las manos vacías, abran los regalos azules. Y Evaluna y Gabriel los regalos del papel color verde.
Los chicos comenzaron a abrir sus regalos y los mayores, Andrés y Belinda vieron que era también un Iphone 5s. Los pequeños también estaban alegres con sus Ipod Touch de la 5ta generación.
A Y B: Gracias tío Sebas, tía Carina.
E y G: Gracias tío Sebas, tía Carina
Y fueron a darles un abrazo y un beso a Sebastián y a Carina.
S: Bueno los IPhone y los IPod los pueden utilizar siempre y cuando mantengan sus notas, se porten bien y obedezcan a sus padres. Si alguno de ellos nos llama y nos cuentan que no están cumpliendo con las reglas de juego se les castiga retirándole el celular o el ipod, entendido.
Todos los chicos con sus regalos en mano aceptaron las condiciones de los mismos.
C: Bien, ahora preparasen, se cambian de ropa y a la piscina que Edith y la abuela nos están preparando un asadito.
S: Papá, Die y Según vamos a conectar el Xbox en sala de entretenimiento al lado de la terraza y de una vez lo probamos.
Sol: Mamá, Cari, Juli como que los perdimos. Ja, Ja, Ja
C: Bueno dejémoslos, vamos a refrescarnos a la terraza, porque cuando los chicos se den cuenta que el Xbox está conectado van sacar a nuestras parejas para quedarse ellos.
M: Eso no quepa la menor duda, ja, ja, ja.
Así las mujeres se fueron a conversar de los preparativos finales para la celebración de la boda de Sebastián y Carina que se llevaría en el mismo rancho por solicitud de la misma Carina.
Los hombres habían ya conectado el Xbox y se pusieron a competir entre ellos. Y efectivamente como había predicho Cari, los chicos salieron de la piscina directamente hacia el salón de entretenimiento a tratar de jugar, porque como la abuela les ordenó que se secaran y se cambiaran de ropa antes de entrar a la casa. Ellos prefirieron volver a la piscina y dejar a los adultos recordar viejos tiempos.
C: Esperanza, Que pasó que los chicos regresaron a la piscina, pensaba que iban directo a jugar con los otros niños. Ja, Ja, Ja.
E: Efectivamente, hija, pero venían todos empapados y cuando los detuve y les dije que se tenían que secar y cambiarse prefirieron regresar a la piscina.
Sol: Abuela le falta mucho al asadito, Juli ya tiene hambre, recuerda que ya come por dos.
EE: No, le falta algo, pero si quiere le puedo traer algunas galletas para que pueda aguantar hasta que llegue la hora de cenar.
Juli: Gracias Abue.
EE: Ahora te las traigo. (Mirando a Quique que viene caminando hacia la terraza). Hijo que pasa que dejaste de jugar.
Q: Mamá yo me quedé en el Atari (primer juego de consola de los años 70 y 80). Yo no entiendo ni cómo se juegan los juegos moderno. Además Sebas, Dieguito y Segundo juegan duro llevan su propia competencia al máximo.
Moni: Bueno vamos sacando a los chicos de la piscina que ya deben estar arrugaditos y hora de comer.
Una vez cenaron, Manuel les había pedido permiso a Sebastián y Carina para quedarse en casa de Sol y Segundo, con su primo-hermano, Andrés. Ambos jóvenes se habían hecho inseparables, debido a que ambos tenían las mismas inquietudes y gustos de cualquier adolescente de su edad. Sol y Segundo llevarían a todos los primos al cine al otro día. Por supuesto a Sebastián le encantó la idea, ya que se quedaría a solas con Carina, lo que prometía ser una noche romántica y llena de pasión.
Ya se había marchado todos, cuando Sebastián le dice al oído a Cari.
S: Al fin solos mi amor, no veía la hora en que pudiéramos estar así, pegaditos, haciéndonos mimitos, me encanta.
Sebastián volvió a besarla y comenzó a acariciar la piel suave de su cuello y hombros, besándolos después. Carina suspiró cuando él la abrazó con más fuerza. Sus besos y sus caricias la drogaban, le encantaban. Perdió la cordura y hundió los dedos en su espeso cabello. Se apretó contra él, deseando estar aún más cerca.
Sus reacciones despertaron una respuesta más ansiosa en Sebastián, porque el contacto de sus manos se hizo más fuerte y posesivo. Sebastián atrajo las caderas de ella contra las suyas para que sintiera su necesidad, una necesidad que también crecía en Carina.
El contacto de sus labios se hizo más sensual; la lengua de Sebastián probaba la boca de Carina, acelerándole el pulso. La mente de Carina giraba fuera de control, y se aferró fuertemente a él, dejando escapar gemidos de deseo.
Sebastián levantó la cabeza para susurrar:
S: Cari, te amo, sabes desde que probé por primera vez tus labios, supe de inmediato que tu sabor era único y que serían los único labios que quería besar por siempre.
C: Y yo te amo con el alma, te confieso que cuando nos dimos ese primer beso obligado por esos periodistas, sentí una corriente a través de mi cuerpo, nunca lo había sentido con nadie y fue entonces cuando me percaté que tú eras mucho más que la única opción de un base de datos.
S: Si, que linda tus palabras, pero mejor son tus besos y caricias. (dijo esto y continuó con el juego de seducción que solo ellos saben hacer como preámbulo al acto más puro de hacer el amor).
Ambos llegaron a su cuarto entre besos y caricias esparciendo por el suelo todas sus ropas. Sebastian apartó la colcha y recostó suavemente a Carina sobre la cama y terminó de quitarle el pantalón junto a su ropa interior tirándolos al suelo.
Carina experimentó un arrebato de admiración hacia el hombre que la había enamorado y que hasta cierto punto le había dado la oportunidad de amar cuando Sebastián se echó hacia atrás para mirarla, pero la mirada de adoración de Sebastián parecía hasta tal punto llena de orgullo de saber que toda ella era de él y solo de él. Él deslizó suavemente una mano sobre su pierna y, al alcanzar el nido del pálido vello de la unión de sus muslos, la tocó con una delicadeza cercana al sobrecogimiento. Carina se sentía completamente expuesta, y sin embargo adorada. Al mirar a Sebastián y ver cómo éste temblaba su cuerpo de deseo, se maravilló de que el destino lo hubiera llevado hasta él.
C: Sebas… por favor... (le suplicó con voz trémula), te deseo...
Sebastián no necesitó que volviera a pedírselo. Echándose hacia atrás, se desabrochó los jeans y se los bajó al mismo tiempo que los calzoncillos. Unos segundos después se deslizó sobre ella, encontrando un lugar para él entre sus muslos, y, entrelazando sus dedos con los de ella, los apoyó con fuerza junto a los hombros de Carina. Sebastián apoyándose en los codos, frotó su cuerpo ardiente contra el de Carina. No hizo intento de penetrarla, simplemente, buscó el placer de aquel nuevo nivel de contacto. Sin embargo, el placer hizo que ambos empezaran a jadear rápidamente.
Carina nunca había sentido tanto deseo. Ya no pensaba en sus miedos, eran una pareja que a tan solo una semana de ser marido y mujer. Ella sólo pensaba en el ardor que sentía dentro, sabiendo que necesitaba poseer a Sebastián de inmediato. Con los ojos cerrados, se arqueó hacia arriba y comprimió la pelvis contra él en una súplica silenciosa que dio por terminada la resistencia de Sebastián. Sebastián le abrió las piernas a Carina, se colocó en posición y le apretó los dedos.
S: Mírame, Cari (musitó). Mírame, mi amor, quiero ver tus ojos.
Los ojos de ella se abrieron y se agrandaron cuando, muy lentamente Sebastián la penetró. Carina sintió claramente cómo se hundía más y más dentro de ella; era como si cada célula de su cuerpo respondiera a su presencia, transmitiéndole a su cerebro un mensaje embriagador tras otro. Cuando la penetró por completo, Carina ya sabía que el placer recién comenzaba.
Sebastián cerró los ojos y dejó escapar un largo y trémulo suspiro. El placer estaba tan claramente dibujado en sus rasgos que Carina también habría exhalado un suspiro de alivio de haber podido. Pero él había empezado a moverse dentro de ella, y cada vez le costaba más respirar. Lo único que podía hacer era dejarse arrastrar por la espiral de pasión que él iba creando.
El ardor fue creciendo paulatinamente. Sebastián impuso un ritmo que maximizaba el placer de Carina, sabiendo exactamente cuándo aminorar su cadencia y cuando acelerarla. Carina se movía a su compás, acompañando sus embestidas con un brío que enloquecía a Sebastián.
Después, cuando el fuego que ardía dentro de ella se tornó demasiado abrasador para seguir conteniéndolo, Carina se arqueó por última vez, aspiró bruscamente una bocanada de aire y se disolvió en una serie de espasmos aparentemente interminables. Entre tanto, Sebastián se unió a ella, comprimiéndose contra la abertura de su vientre mientras su cuerpo se convulsionaba y vibrando a la vez.
Pasó largo rato antes de que pudieran hablar, durante el cual los únicos sonidos que se oyeron en el cuarto fueron sus respiraciones y el tamborileo más suave y débil de la lluvia. Sólo cuando empezaron a respirar con normalidad se deslizó Sebastián a un lado, pero la arrastró consigo, colocándose cara a cara sobre la almohada.
S: Creo que adelantamos algo de nuestra noche de bodas.
C: Estuvo maravilloso, pero mejor es hacer el amor con el hombre que amo. Mi amor…
S: en qué piensas?
C: aún no hemos decidido quienes van a ser nuestros padrinos.
S: Eso es fácil si tú estás de acuerdo.
C: En quienes pensaste?
S: En la abuela y en Manuel, realmente ellos fueron los responsables directos de nuestro amor. Jamás voy a dejarle de agradecer a la abuela y sobre todo a nuestro hijo.
C: Si, sin ellos quizás nunca nos hubiéramos conocido. Ya quiero verle las caras a ambos cuando se lo digamos. Ja, Ja, Ja (bostezando)
S: Vamos a dormir que me parece que te dejé cansadita.
C: Si, vamos a dormir.
Era navidad…
Todos se habían reunido a pasar la nochebuena en el rancho de Sebastián. Estaban todos presentes, la familia Estevanez, los tíos de Carina y los empleados del rancho y sus familias. Recién la familia Estevanez le había dado la bienvenida a su nueva integrante Fabiola, la pequeña era hija de Diego y Juli. También se encontraban presente los tíos de Carina. Por insistencia de Sebastian y Carina, ellos llevaban un mes viviendo en la cabaña del rancho. Realmente Sebastián quería que ellos pasaran las fiestas de navidad y compartieran con ellos tres y su familia.
Todos estaban a la expectativa de los fuegos artificiales que habían preparado Sebastián, Diego y Segundo para cuando llegue las 12.
Esa misma mañana, Carina se había enterado que iba a ser madre por segunda vez. Solo quería esperar el momento ideal para darle la noticia a Sebastián.
S: Mi amor, que felicidad, nuestra primera navidad juntos (dándole una copa de Champagne).
C: Si, me siento feliz, pero será mejor que brinde con jugo de naranja.
S: Pero mi amor, sabes que es una tradición de nochebuena de pedir tres deseos con el brindis.
Sebastián no caía en cuenta de lo que Carina le decía entrelineas.
C: Mi amor si ya mi primer deseo me fue concedido, lo confirmé esta mañana.
S: Mi amor tú me estas queriendo decir que vamos a darle un hermanito o hermanita a Manu.
C: Si, estoy embarazada de dos meses y medio.
S: Entonces si las cuentas no me fallan, fue la el día de la adopción de Manu. Ese día me hiciste padre por partida doble.
C: Si, ya quiero darle la noticia a todos en especial a Manu.
S: Te amo, estoy feliz de volver a ser padre nuevamente. Ya quiero ver un pequeño o pequeña Estevanez corriendo por los alrededores.
(Entonces Sebastián besa apasionadamente a Carina en respuesta a su noticia de su embarazo).
Como ya era una tradición en la familia Estevanez Zampini, todos estaban al pendiente en los momentos trascendentales y este no era la excepción.
Todos estaban en la sala de espera de esperando el nacimiento de la pequeña Akemi (significa regalo de Dios). Aunque se había adelantado una semana, todos estaban felices cuando Sebastián salió en brazos con la recién nacida para presentarla oficialmente a su familia en especial a Manuel. Que cuando se enteró que iba tener un hermanita…
***Inicio del Flashback***
Nos remontamos a la fiesta de navidad…
Sebastián había llamado a Manu para que cuando llegara las 12 estuvieran juntos como familia.
C: Mi vida, con Sebas queremos darte una noticia.
S: Esperemos que te guste la noticia.
M: Y ¡cuál es esa noticia que no me dicen ya! Porque se nota que están a punto de explotar.
S: Calma, hijo, calma, que yo me acabo de enterar no hace más de 5 minutos.
C: Con Sebas te queremos decir que vas a tener un hermanito o hermanita.
M: Si, me encanta, espero que sea niña. Le voy a enseña de todo. Manu los abrazaba y besaba el vientre de Carina. En respuesta a su alegría le gritó a todos a que se acercaran y les informó que sus papás dentro de unos meses le daría un hermanito o hermanita.
Todos felicitaron Sebas y a Carina cuando un par de cohetes dieron inicios a la exhibición de fuegos artificiales de nochebuena.
***Fin del Flashback***
Cuando Sebas le acercó a Akemi a Manu, el sacó su celular y se sacó una foto con su nueva hermanita. También preguntó por su mamá. Ya Sebastián les informó a todos que Carina se encontraba en perfectas condiciones y cuando la trasladarán a una habitación no podía recibir visitas. De ese modo Sebastián entró de nuevo al área de “Recovery”, a donde su mujer, que nuevamente lo volvía a hacer el hombre más feliz del mundo.
C: Mi amor ya le presentante a Akemi a la familia.
S: Si todos están felices, y no te quiero contar como está Manu, que hasta se tomó una foto con la beba con su celular.
C: Si, es preciosa nuestra bebé, tiene tu color piel y su pelo es igual al tuyo.
S: si pero sus facciones son igualitas a las tuyas, hasta tiene tú mismo lunar en el cuello en el lado derecho, que me enloquece tanto.
C: Veo que la examinaste todita.
S: Si la enfermera me la dio antes de envolverla en la sabanita y la ví todita. Es tan hermosa como su mamá. Te amo
C: Yo, te amo más. (Dándole un beso a Sebastián). La niña reclamó a su mamá, que muy gustosamente se la acercó para darle de comer.
Sebastián derramó unas lágrimas al ver tan tierno momento entre madre e hija.
S: Cari no sabes lo feliz que me siento, aunque no me lo creas, es un sentimiento muy parecido a momento que la juez aceptó la adopción de Manuel.
C: Mi amor, te creo, tú con Manuel, has sido y serás su padre. Él lo siente de ese modo. Él sabe que con Akemi, no van a existir diferencias. Ambos son tus hijos, aunque llegaron a tu vida de diferente camino, al final son y serán lo mismo, tus verdaderos hijos.
S: Te Amo, Carina Zampini y espero que muy pronto darle un nuevo hermanito a nuestros hijos.
C: Y yo más, y usted, Sebastián Estevanez, de eso puedes estar muy completamente seguro.
FIN…